En México, Santiago Levy, desde otro ángulo, alerta sobre el riesgo de otra década perdida para México e inicia invitando a “identificar las ideas que han obstruido nuestro desarrollo y cambiarlas con pragmatismo y celeridad. No se trata de abandonar nuestros objetivos de construir una sociedad más próspera e igualitaria, sino de reconocer que a menos que cambiemos de ideas, esos objetivos serán inalcanzables y que podemos experimentar un retroceso sustancial” (Nexos, Abril 23, 2025).
Sin pretender la profundidad de esos pensadores, desde nuestro rol como organización de la sociedad civil, coincidimos en la urgencia de confrontar ideas económicas erróneas, falaces o sesgadas, que han sido muy nocivas.
Con motivo del Día Internacional del Trabajo, Acción Ciudadana Frente a la Pobreza -que conmemora 10 años de su creación- elaboró “ Rompemitos. Evidencias para enfrentar las raíces laborales de la pobreza ”, que enlista varias de estas nociones erróneas y confusiones que contribuyen a justificar la pobreza creada desde el sistema laboral.
Se resumen en tres ideas-fuerza que han hecho muy daño:
1) La primera es que “pagar bajos salarios es una buena medida económica”. Muchas personas consideran que la competitividad de México debe estar basada en bajos salarios. Hay ambientes empresariales que consideran correcto pagar salarios bajos para reducir costos, y se amparan en la máxima de que la productividad es “hacer más con menos”. En la práctica muchos piensan que el trabajo es una mercancía y que su precio (el salario) se fija de manera “natural” por la ley de la oferta y la demanda.
Estos mitos justifican como algo normal que 36% de las personas con trabajos formales registrados en el IMSS tengan salarios de pobreza, menores al costo de dos canastas básicas.
2) La segunda noción errónea muy difundida es que “en México no hay desempleo”. Esta idea afecta sobre todo a mujeres y jóvenes sin trabajo.
Es una confusión pues desocupación no es lo mismo que desempleo. La desocupación afecta a 1.6 millones de personas, pero además hay al menos otras 5.5 millones que tampoco tienen trabajo. No se les considera desocupadas, únicamente porque no buscaron trabajo la semana anterior. Están disponibles, necesitan trabajar, pero están desalentadas a seguir buscando porque saben que no pueden conseguirlo, es desempleo oculto.
Además, hay más de 13.5 millones de mujeres que ni siquiera pueden salir a buscar trabajo, por realizar labores de cuidado en su hogar, sin remuneración, es la exclusión por género, pues no cuentan con servicios públicos de cuidado.
3) La tercera idea nociva sin sustento es que “los trabajos informales son personas que no quieren pagar impuestos”. Generalmente se confunde la informalidad laboral que afecta al 56% de la población ocupada, con evasión fiscal, cuando en realidad se trata de trabajos precarios: sin seguro social, sin derechos laborales.