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Socialización de las fuerzas armadas en la esfera digital

La conversación actual en la esfera digital sobre las fuerzas armadas no tiene un sesgo predominante definido: algunos temas son mejor vistos que otros.
jue 19 diciembre 2024 06:02 AM
Seguridad Culiacán-1
Mientras las actividades del Ejército en desastres naturales tienen pocos efectos negativos en la vida y la integridad de las personas, las actividades realizadas en seguridad pública han tenido más efectos negativos que positivos, señalan Daira Arana y Alejandra G. Marmolejo.

Las Fuerzas Armadas en México también son parte del ecosistema informativo de las redes sociales y la discusión actual sobre su rol en la atención de personas migrantes ante las deportaciones masivas de Estados Unidos a México puede aumentar el contenido que busque mejorar la percepción de las personas ante las intervenciones militares.

En principio, la normalización del lenguaje bélico que toda la prensa utiliza es un elemento tácito que casi ningún editor en jefe se cuestiona: “combatir la corrupción”, “frente común”, “lucha contra el crimen organizado”, etcétera. Si las piezas periodísticas abusan de este tipo de frases, la trivialización y la normalización de la militarización se potencia en redes sociales y medios digitales.

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Por ejemplo, plataformas como X y TikTok, donde los contenidos deben ser breves, pueden motivar mensajes que encausen a las audiencias para someter su opinión sobre la presencia de las fuerzas armadas en la vida civil cotidiana. Esto podría ser peligroso si no hay discursos que contrasten las ideas sobre la violencia justificada para el orden cívico, incluida la contención de flujos migratorios.

Usuarios en redes sociales podrían ser el objetivo de campañas de desinformación alrededor de temas sensibles, como la violación de derechos humanos de las personas migrantes y discursos de odio hacia poblaciones en situación de vulnerabilidad por efectos del uso desproporcionado del Ejército en donde se busque ocultar las medidas coercitivas de las autoridades o justificar la participación de las Fuerzas Armadas en más tareas civiles

La conversación actual en la esfera digital sobre las fuerzas armadas no tiene un sesgo predominante definido: algunos temas son mejor vistos que otros. La presencia del Ejército y la Guardia Nacional en situaciones de emergencias por desastres naturales (Plan DN-III-E) y en obras de infraestructura son normalizados en redes sociales. Es decir, los usuarios que se cuestionan las funciones de las Fuerzas Armadas en el rescate de personas en desastres por eventos naturales - o el cuidado de la construcción del Tren Maya – son pocos en comparación con quienes aprueban al Ejército en estas actividades.

La cuenta de TikTok de Defensa (antes Sedena) es una de las más populares entre los perfiles gubernamentales de la red social (3.5 millones de seguidores). La mayoría de los contenidos se enfocan en socializar sus actividades de auxilio a la población en casos de emergencia, así como sus procesos de formación y entrenamiento. La mayoría de los comentarios de estos videos son de apoyo a la institución y a sus integrantes y los comentarios que cuestionan su participación en la vida pública tienen poco respaldo y más bien generan un rechazo entre los usuarios.

Sin embargo, en temas de inteligencia y seguridad pública las cosas son diferentes. Las audiencias tienen sentimientos mixtos cuando las fuerzas armadas se presentan en movilizaciones contra el crimen organizado. Hacen falta datos para saber con certeza si los usuarios de redes sociales consienten el uso del Ejército en materia de seguridad; pero sabemos que, cuando el Ejército llega de improviso a los municipios, causa inquietud entre los ciudadanos que expresan miedo e incertidumbre en los reportes que surgen de redes sociales. Estas narrativas pueden ser efecto de documentar episodios violentos, como los de Culiacán, como un mensaje de “ya llegó el orden” o “está ocurriendo algo indeseable”.

Ante la inminente continuidad en el uso del Ejército y la Guardia Nacional para contener los flujos migratorios hacia Estados Unidos, el poder político y militar tiene a su disposición una herramienta poderosa para reducir las percepciones negativas hacia las fuerzas armadas, y con esto aumentar o mantener la aprobación entre los usuarios de redes sociales, incluso con información falsa que busque ocultar casos de violencia grave. Sin embargo, la confianza de la población hacia las instituciones de defensa es una condición necesaria para implementar acciones de seguridad nacional y defensa que sean más efectivas y que sirvan como control social para que los militares no abusen de su poder ante el riesgo de perder legitimidad.

Por ello, los medios de comunicación en la esfera digital deben cubrir estos temas con cautela: los intereses políticos van a tener más espacio en la agenda, que las posibles violaciones a los derechos humanos de las personas migrantes que cruzan por México para llegar a los Estados Unidos. Las redes sociales podrían complicar el panorama por el posible riesgo de desinformación que puede surgir alrededor del fenómeno migratorio, sobre todo en las zonas fronterizas.

Los contenidos no verificados, el uso de la IA sin regulación formal, la confusión que existe alrededor de temas especializados y la falta de datos sobre flujos migratorios, son algunos de los problemas que no estamos considerando en el corto plazo. Pero la excesiva socialización positiva de las intervenciones de Fuerzas Armadas -sin oportunidad para una discusión crítica sobre los efectos positivos y negativos –es algo que hay que considerar en el largo plazo; sobre todo ante un momento histórico en donde las Fuerzas Armadas están presentes en todos los espacios públicos, incluidas las redes sociales.

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La percepción de las Fuerzas Armadas puede estar relacionada con los efectos que las tareas que realizan tienen en la sociedad. Mientras las actividades del Ejército en desastres naturales tienen pocos efectos negativos en la vida y la integridad de las personas, las actividades realizadas en seguridad pública han tenido más efectos negativos que positivos.

Por un lado, la presencia de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad pública no ha reducido la violencia y la delincuencia. Es importante recordar que las intervenciones del Ejército en materia de seguridad pública hacen más probable que una persona sea lesionada con arma de fuego, y si es detenida, es más probable que sea torturada como forma de castigo.

Por lo tanto, la normalización de las actividades de las Fuerzas Armadas a través de las redes sociales es un asunto riesgoso que normaliza las narrativas que justifican el uso de la violencia desproporcionada por el Estado con la finalidad de cumplir con objetivos superiores, como contener los flujos migratorios.

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Nota del editor: Daira Arana Aguilar es Directora General de Global Thought. Se especializa en relaciones civil-militares en América Latina. Síguela en X como @Daira_Arana. Alejandra G. Marmolejo es profesora de Ciencias Sociales en el Tec de Monterrey y miembro del Observatorio de Medios Digitales de la misma institución. Síguela en Threads como @alegmarmo. Ambas autoras son candidatas a doctoras en Política Pública por la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tec de Monterrey. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a las autoras.

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