Sin embargo, en la comodidad del mundo contemporáneo, su función se ha desvirtuado mucho porque la gran potencia que hemos acumulado como especie ha invertido las prioridades. Ahora, el motivador principal no es la prevalencia vital, sino el placer instantáneo.
Esto último cambia radicalmente las reglas del juego.
Hoy, los impulsos emocionales y las construcciones sociales no privilegian el bienestar biológico porque logramos mitigar del entorno los peligros de muerte inmediatos que los regulaban. El contexto ha cambiado tanto que los sistemas requieren una reestructuración profunda para detener el ímpetu autodestructivo a largo plazo.
Con estos importantes antecedentes, consideremos ahora qué significa ser neurótico y si los líderes políticos modernos necesitan serlo.
Con base en las cinco grandes dimensiones de la personalidad de Costa y McCrae, ser neurótico significa tener una tendencia a experimentar emociones negativas, como ansiedad, inseguridad e inestabilidad emocional, con mayor frecuencia e intensidad.
Un alto neuroticismo suele resultar en decisiones impulsivas debido a una respuesta emocional exagerada a situaciones estresantes, lo cual puede hacer que sean vistas como auténticas o valientes y, por lo tanto, potencialmente atractivas y populares para las masas que buscan liderazgo decisivo en tiempos de incertidumbre. ¿Les suena?
Actualmente, la función del político no es procurar el bien colectivo a largo plazo; el sistema está configurado para que su objetivo primario sea conectar con los fenómenos emocionales inmediatos de las masas para ganar voluntades (votos) y acumular poder. Una personalidad neurótica ayudará a dicho fin.
Consecuentemente, la tendencia global será encontrar cada vez más líderes impulsivos que logren canalizar las tensiones acumuladas por tiempos con una gran falta de visión a largo plazo y propósito.
Lo más preocupante es que una decisión con poco análisis por parte de los líderes de las potencias mundiales puede resultar en un cataclismo irreversible. Esto último puede suceder de un momento a otro o a “fuego lento”.