La crisis postelectoral en Venezuela
El pasado 28 de julio, el organismo electoral de Venezuela ratificó la reelección de Nicolás Maduro como presidente con el 51.2% de los votos, pero no presentó las actas correspondientes, lo que ocasionó sospechas en la comunidad internacional y dio pie a reclamos de fraude electoral por parte de la oposición, quien alega que su candidato, Edmundo González Urrutia, es el verdadero ganador de los comicios.
En un primer momento, López Obrador cuestionó el “injerencismo” de la Organización de Estados Americanos (OEA), Estados Unidos y otros países que pidieron transparentar el resultado de la elección. Después, los gobiernos de Brasil, Colombia, y México publicaron un comunicado conjunto pidiendo a las autoridades electorales de Venezuela dar a conocer públicamente los datos de las mesas de votación. Sin embargo, López Obrador le restó impacto al comunicado al afirmar que “si se mantiene la tendencia” en los cómputos oficiales, el gobierno de México “reconocerá oficialmente” el triunfo de Maduro.
“La mejor política exterior es la interior”
Desde que inició su gestión, López Obrador dejó claro que la política exterior no era una prioridad con su actitud evasiva a los viajes internacionales y a la participación en cumbres globales, así como con conductas arbitrarias, como la designación de embajadores que no forman parte del Servicio Exterior Mexicano y las declaraciones imprudentes sobre conflictos internacionales durante sus conferencias mañaneras. AMLO buscó distanciarse de la diplomacia ejercida por su antecesor, Enrique Peña Nieto, y usó la soberanía nacional como una bandera para consolidar el apoyo de sus bases.
Una de sus pocas prioridades de política exterior (al menos en el discurso) fue la unidad latinoamericana. No obstante, anteponiendo razones ideológicas y electorales a los principios y objetivos de la política exterior de México, López Obrador ha mantenido confrontaciones a distintos grados con los mandatarios de Argentina, Bolivia, Colombia (antes de Petro), Ecuador, Panamá y Perú, las cuales han derivado en insultos e incluso en el rompimiento de las relaciones diplomáticas. El presidente parece olvidar convenientemente el principio de no intervención cuando se trata de gobiernos con los que no comparte agenda ideológica, pero lo enarbola sin chistar cuando se trata de mandatarios con los que comulga políticamente.
¿Qué esperar de Sheinbaum en materia de política exterior?
Hasta ahora todo indica que Claudia Sheinbaum seguirá los pasos de López Obrador en cuanto a su ambigua postura frente a los principios constitucionales de la política exterior mexicana. Aunque el gobierno de Sheinbaum será más pragmático y técnico en la materia, continuará rigiéndose por un discurso ideológico y enarbolando la soberanía nacional. Para muestra, Sheinbaum dio a conocer que la mandataria de Perú, Dina Boluarte, y el presidente de Ecuador, Daniel Noboa, no están invitados a su toma de posesión presidencial, el próximo 1 de octubre.
Esta política exterior de corte nacionalista afecta a México no sólo en asuntos regionales, sino también en la presencia de nuestro país en foros y discusiones globales. En los últimos seis años, México ha perdido la oportunidad de marcar agenda en temas de migración, medio ambiente o seguridad, por poner algunos ejemplos, y de posicionarse frente a los conflictos militares recientes.