En esta era contemporánea, las narrativas políticas han evolucionado de maneras que desafían las concepciones tradicionales de la comunicación y la persuasión. Las nuevas narrativas, a menudo carentes de fundamento y utilizadas como herramientas de propaganda, han adquirido una relevancia significativa en la configuración de percepciones y opiniones de diversos públicos. Este fenómeno se ha visto potenciado por el uso de las redes sociales y la Inteligencia Artificial (IA), que facilitan la diseminación de información y la generación de contenido persuasivo, creando así una nueva forma de propaganda.
Sobre las nuevas narrativas políticas en la era de la propaganda 2.1
El concepto de Propaganda 2.1 lo desarrolla Peter Fallon en su interesante obra que lleva el mismo nombre (Propaganda 2.1: comprendiendo la propaganda en la era digital). Fallon es un destacado académico del área de periodismo y estudio de medios, de la universidad de Roosevelt, en Chicago, que se ha dedicado, en años recientes, al análisis de la evolución de los diversos métodos de persuasión y control en distintas sociedades. En la referida obra, el autor identifica tres eras de desarrollo de la propaganda. La primera y más grande que inicia con la retórica aristotélica y culmina con la llegada del siglo 20; la segunda que se identifica desde la primera década del siglo 20, donde la propaganda fue utilizada durante la Primera Guerra Mundial y perfeccionada para la Segunda Guerra Mundial por mentes brillantes como las de Bernays, Laswell, Lippmann y Ellul; y la tercera era (2.1) que comienza con la llegada de Internet y continua hasta nuestros tiempos (Fallon, 2024).
En esta era de la Propaganda 2.1, era de la vasta información descentralizada, las personas están expuestas a puntos de vista diversos y en algunos casos paradójicos. Para Fallon, la Propaganda 2.1 es un modelo de propagandas de incertidumbre y duda en competencia. Un modelo de información infinita y de la alta aleatoriedad de la entropía. Desde luego que existen muchas oportunidades para aprender de todo lo que se encuentra en un entorno conectado y global, pero gran parte de la nueva información que se halla en el sistema entrópico es cuestionable y, a veces, falsa. Por tal razón –sugiere Fallon– es nuestra responsabilidad clasificarla, sopesarla, evaluarla y aceptarla o rechazarla (Fallon, 2024).
Las narrativas políticas contemporáneas suelen estar construidas sobre la base de emociones, mitos y percepciones más que en hechos verificables. Estas narrativas, que son parte de la nueva propaganda (2.1), cada vez más carecen de fundamento, y son diseñadas para resonar con las preocupaciones, miedos y aspiraciones de ciertos grupos sociales. Esta nueva propaganda, que se gesta en el contexto actual, se convierte en una herramienta poderosa que busca moldear otra vez la opinión pública y consolidar el poder político. Por ejemplo, el uso de narrativas simplificadas y polarizadoras permite a los actores políticos movilizar a sus bases, creando una sensación de urgencia y pertenencia. Este enfoque no solo desdibuja la realidad, sino que también polariza a la sociedad, dividiendo a las audiencias en dos partes: "nosotros" contra "ellos" (Calvo y Aruguete, 2023).
Las nuevas narrativas políticas funcionan como un mecanismo de control social, donde la verdad se convierte en un concepto maleable, adaptado a las necesidades del momento.
Plataformas como X (antes Twitter), Facebook, Instagram y TikTok permiten la difusión rápida y masiva de información, lo que facilita la propagación de estas nuevas narrativas. A través de algoritmos que priorizan el contenido emocional y polarizador, las redes sociales amplifican mensajes que pueden no estar fundamentados, pero que generan engagement y reacciones fuertes. La “viralidad” de la información en redes sociales crea un entorno donde las verdades alternativas emergen. Los usuarios, al interactuar con contenido que refuerza sus creencias preexistentes, contribuyen a la creación de lo que algunos denominan “cámaras de eco”. En este contexto, las narrativas políticas se consolidan y se vuelven más influyentes, ya que los individuos tienden a compartir y promover información que valida sus propias perspectivas.
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La inteligencia artificial (IA) también juega un papel crucial en la creación y diseminación de las nuevas narrativas políticas. Las herramientas de IA permiten el análisis de grandes volúmenes de datos para identificar tendencias y preferencias en audiencias, posibilitando a los actores políticos y a los estrategas de comunicación crear contenido altamente segmentado y persuasivo (Loge, 2024). Además, la IA está siendo utilizada para generar contenido automatizado, desde artículos hasta publicaciones en redes sociales, que se alinean con las narrativas deseadas. Esto permite una producción de contenido a gran escala, lo que aumenta la presencia y la influencia de ciertas narrativas en el ecosistema digital. La personalización del contenido, facilitada por la IA, también puede hacer que los mensajes sean más atractivos y relevantes para diferentes segmentos de la población.
Las nuevas narrativas políticas se ven amplificadas por el uso de redes sociales y la inteligencia artificial. Estas herramientas no solo facilitan la diseminación de información, sino que también permiten la creación de contenido persuasivo que moldean las percepciones de los diversos públicos. En un entorno donde la verdad se ha vuelto un concepto relativo, es crucial que los ciudadanos desarrollen habilidades críticas para discernir entre la información genuina y la propaganda. La responsabilidad recae en todas las partes involucradas, tanto en los comunicadores, como en los medios por los que fluye el contenido, y por supuesto en el público que consume la información que se le presenta.
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Nota del editor: Fernando Gutiérrez es Investigador del Observatorio de Medios Digitales del Tecnológico de Monterrey. Escríbele a fgutierr@tec.mx . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.