Ya resuelta la pugna político-electoral, diluidos los temores sobre desenlaces indeseables, toca a la sociedad, partidos políticos y otros actores, regresar al cumplimiento de sus obligaciones. La democracia no es un enunciado, es el ejercicio efectivo de los derechos y el cumplimiento irrestricto de las obligaciones del ciudadano en donde el voto es apenas uno de los muchos requisitos necesarios para fortalecer una sociedad sana. La democracia supone el ejercicio cotidiano de la ciudadanía, que hace virtuosa a una sociedad.
La política migratoria para un nuevo gobierno: comenzar desde el principio
La agenda para el próximo gobierno es tan extensa como compleja. Violencia, drogas, tráficos en plural, grupos en situación de vulnerabilidad, economía, cambio climático, ciencia y desarrollo, pobreza extrema, entre muchos otros. Los rezagos, los fracasos de la política pública no admiten debate ni cuestionamiento. Quienes han ganado la contienda electoral tienen la obligación de reconocer y no evadir la responsabilidad. La evasión puede servir como estrategia en el contexto de un debate electoral, pero no para enfrentar la dura realidad que amenaza a millones de mexicanos.
En el ámbito del debate migratorio, posiblemente sea una de las agendas que más deudas deja el gobierno que está cerrando su ciclo. La repetida expresión de atender las causas irrita hasta el cansancio porque en ella se expresa con claridad prístina el desconocimiento del significado que tuvo este fenómeno socioeconómico en la actual administración. Atender las causas supone reconocer la necesidad de comenzar por el principio: definir con claridad el papel que se concede a la movilidad humana en las estrategias de desarrollo del país. Dicho de otra forma, integrarlos al supuesto del diseño de la política de desarrollo como actores plenos y no desde la narrativa de lisiados sociales; que atender las causas embarca al país en dos procesos: programar las estrategias con los migrantes en la agenda y en segundo, definir con claridad el formato y el perfil de la colaboración con los vecinos del sur, aquellos con quien se comparte el reto de una gestión migratoria común.
Atender las causas obliga a integrar a las estrategias de desarrollo a Centroamérica. La política migratoria endogámica ya ha demostrado por décadas su ineficacia y el desarrollo de Centroamérica es parte de un cambio de paradigma en que el desarrollo de México se debe desterritorializar: apoyar al desarrollo de Centroamérica es abonar el desarrollo del país y en dicha estrategia, el trabajo para lograr procesos de desarrollo sólidos y sostenibles en favor de nuestros vecinos se debe programar para un lapso de 30 a 50 años. Sólo en ese tiempo es posible atender, gestionar y reorientar un proceso social de las complejidades de la movilidad migratoria, especialmente la que se desplaza en situación de irregularidad. Se trata de una política pública que debe ser autoría de un estadista y no se un simple gestor de gobierno, porque en este trabajo no hay rentabilidad política ni electoral en el corto plazo.
Atender las causas, finalmente, es reconocer que ya no vale ofrecer becas ni plantar árboles, que los muertos, desaparecidos, los migrantes mutilados, los niños, niñas, adolescentes y mujeres traficados para el mercado sexual merecen una política a la altura de los retos y por el respeto que merecen todos quienes han perdido a sus seres queridos o quienes permanecen con la esperanza de que pronto regresen a casa. Esa es la dimensión del reto del próximo gobierno. Ahí y sólo ahí radica atender las causas.
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Nota del editor: Javier Urbano Reyes es profesor e investigador del Departamento de Estudios Internacionales (DEI) de la Universidad Iberoamericana (UIA); coordinador de la Maestría en Estudios sobre Migración (MEM) del DEI-UIA. javier.urbano@ibero.mx Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.