Generalmente la migración se asocia a razones económicas y de subdesarrollo en los países expulsores. Además, el dominio de conflictos armados en varias regiones provoca una diáspora masiva de personas en búsqueda de asilo y refugio. Sin embargo, en los últimos 20 años han cobrado relevancia otros factores que explican el aumento considerable de personas en situación de movilidad.
#ColumnaInvitada | Las otras causas de la migración
La movilidad por desastres relacionados con el clima es una pesadilla que se está volviendo recurrente y que se ensaña en regiones pobres, lo que incrementa la vulnerabilidad de las personas.
@ClauCorichi
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Debido a la violencia y los desastres naturales, particularmente en regiones pobres del planeta se registra un aumento del desplazamiento de individuos y familias, que no tienen más opción que abandonar sus hogares y comunidades. En 2023 el número de desplazados al interior de sus países alcanzó un récord de 75.9 millones, un 90% de ellas como resultado de conflictos y violencia y el restante 10% por desastres atribuibles al cambio climático.
La persistente inestabilidad política y las pugnas étnicas en la República del Congo, Sudán, Etiopía o Yemen han producido importantes flujos migratorios que van dejando detrás pérdidas de vidas y van acompañados de traumas y dificultades en familias enteras. A partir del inicio de la guerra en Ucrania, 5.7 millones de mujeres y hombres se vieron obligados a huir de ese país a finales de 2022. Mientras que el prolongado conflicto en Siria colocó a este país como el de mayor origen de refugiados en el mundo.
Los territorios con mayor número de desplazados internos por conflictos se encuentran en Medio Oriente y en el África subsahariana. El exterminio de Israel en la Franja de Gaza incrementó la cifra global el año pasado con enorme crueldad, ahora con los ojos puestos en Rafah.
En nuestra región, Colombia pese a haber suscrito acuerdos de paz en 2016, ocupa el primer lugar con más de 5 millones de personas que han tenido que trasladarse a otras zonas por la violencia y el conflicto armado. En México unas 392,000 personas viven desplazadas como resultado del conflicto y la violencia, la cifra más alta desde que comenzaron los registros para el país en 2009.
En amplias zonas del país, el crimen organizado atemoriza y amedrenta a la población para abandonar sus hogares. En Tamaulipas, Zacatecas y Guanajuato comunidades enteras han tenido que migrar so riesgo de que niños y hombres sean reclutados a la fuerza y las mujeres sean abusadas si permanecen ahí. En Guerrero ahora la modalidad es lanzar drones con artefactos explosivos sobre comunidades enclavadas en la Sierra para posicionarse de tierras de cultivo y terrenos de los pobladores. De esta forma se asegura el desplazamiento forzado de familias integradas por personas de la tercera edad, adultos, niñas, niños y bebés.
Los datos reseñados se desprenden del último reporte del Centro de Monitoreo de Desplazamiento Interno (Idmc por sus siglas en inglés) que desde 2004 examina un fenómeno que deja profundas secuelas en miles de familias víctimas de persecución y presas de la inestabilidad política en “Estados fallidos”. A partir de 2010 sus informes anuales se ocupan también de la movilidad por desastres relacionados con el clima, una pesadilla que se está volviendo recurrente y que se ensaña en regiones pobres lo que incrementa la vulnerabilidad de las personas.
Entre los fenómenos más catastróficos que tuvieron lugar en 2023 se encuentra el Huracán Otis de máxima categoría que devastó Acapulco. Considerada la tormenta más poderosa que haya azotado el Pacífico mexicano después de intensificarse rápidamente de tormenta tropical a huracán de categoría 5 en 12 horas, el fenómeno desencadenó 187,000 movimientos de personas, la cifra más alta registrada en el país derivado de tormentas.
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) por su parte, estima los daños que dejó medio centenar de muertos por el meteoro, en 12,000 millones de dólares con 80% de daños a la infraestructura hotelera y 96% a establecimientos.
Otro sismo de gran magnitud que tuvo lugar en Turquía y Siria en febrero del año pasado dejó más de 50,000 muertes y 2.7 millones de personas desplazadas tan sólo del primero. En el hemisferio, Brasil, Colombia y Cuba registraron inundaciones causadas por intensas lluvias y la consecuente salida de miles de habitantes. La OMM estima que en toda América Latina los daños económicos por fenómenos extremos alcanzaron los 21,000 millones de dólares (incluyendo los de Otis).
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En la etapa post pandémica, México ha observado un aumento exponencial de migrantes irregulares provenientes no sólo de Centroamérica, que se aventuran en una travesía plagada de riesgos y peligros, incluida la extorsión, la violencia sexual y la separación de familias.
El Instituto Nacional de Migración ha documentado la entrada irregular a nuestro territorio de mujeres y hombres de prácticamente todas las nacionalidades en el mundo. En el primer trimestre de 2024 lo han hecho 22,000 de África, 17,000 de Asia y casi 90,000 de Venezuela. La crisis que vive Haití ha expulsado a su población joven a para buscar asilo en Estados Unidos; quienes no lo logran han preferido asentarse a vivir y laborar en entidades del centro y norte del país.
Hasta ahora ningún esfuerzo gubernamental se ha desplegado para hacer frente a esta realidad. La atención temática de la migración no es un asunto de segunda índole, es y debe ser, con una perspectiva de derechos humanos, parte de las ocupaciones de todos los niveles de gobierno, en especial de la próxima administración.
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Nota del editor: La autora es titular de la Unidad de Igualdad de Género y Cultura de la Fiscalización de la ASF. Las opiniones de este artículo son responsabilidad única de la autora.
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