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#Oteador | ¿Quién seleccionó a los futuros gobernadores/as de Morena?

Estamos ante un nuevo modelo de funcionamiento de las interacciones políticas en lo subnacional.
lun 22 abril 2024 11:59 PM
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Un dato revelador es que en las elecciones de 2024 en siete de las nueve entidades en las que se disputa la gubernatura el candidato o candidata de Morena no pertenece al grupo político del gobernador en turno, señala Javier Rosiles Salas.

Los gobernadores de Morena no son los grandes selectores de quienes, por su partido, aspiran a sucederlos. La figura del mandatario estatal ha dejado de ser decisiva al momento de tomar una decisión tan trascendente en el interior de su partido. Pero tampoco ha sido palmariamente el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador. Estamos ante un nuevo modelo de funcionamiento de las interacciones políticas en lo subnacional.

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En tiempos de la hegemonía del PRI, la imagen presidencial jugaba un papel fundamental en la distribución de los puestos de poder. Difícilmente se puede decir que tomaba todas las decisiones y que no delegaba algunas de ellas, como la selección de candidaturas a presidencias municipales o a diputaciones locales, pero sí que contaba con un poder de veto que podía ejercer en cualquier momento.

Particularmente en la designación de las candidaturas a las gubernaturas todos los perfiles pasaban por su escritorio y requerían de su visto bueno antes de ser procesadas por la maquinaria oficial. No es que no hubiera inconformidades, sino que se lograba una férrea disciplina a partir de que el partido que proclamaba una revolución institucionalizada era el único instrumento para poder hacerse del poder y el presidente en turno lo monopolizaba.

La alternancia política trastocó drásticamente este modelo de distribución del poder. Con la derrota del PRI a manos de la oposición en 2000 el escenario político cambió y fueron los gobernadores quienes adquirieron un papel protagónico ante la ausencia del presidente omnímodo. También las dirigencias nacionales alcanzaron gran relevancia en el procesamiento de las designaciones de candidaturas.

Ni Vicente Fox ni Felipe Calderón ni, mucho menos, Enrique Peña Nieto pudieron emular la influencia que los presidentes de la hegemonía priista tuvieron. Fue un periodo de reacomodos en lo local en donde, incluso, el PRI contaba con un amplio despliegue territorial pese a que por dos sexenios no poseyó la Presidencia.

La pregunta ahora es qué características tiene el modelo político de distribución del poder generado a partir de la irrupción exitosa --en cuanto a rendimiento electoral-- de Morena en el sistema de partidos. Está claro que no contiene atributos de continuidad respecto del modelo de reacomodo plural, pero mucho menos constituye una réplica de aquel en donde el presidente se situaba en la punta de la pirámide de poder y era soberano sobre prácticamente todas las decisiones partidarias.

Un dato revelador es que en las elecciones de 2024 en siete de las nueve entidades en las que se disputa la gubernatura el candidato o candidata de Morena no pertenece al grupo político del gobernador en turno. No se trata sólo de que quien gobierna sea de otro partido (como en Jalisco, Guanajuato y Yucatán), sino que se están desplegando nuevos mecanismos de nominación.

La encuesta es un método engañoso para seleccionar candidaturas. Lo es porque coloca a la dirigencia nacional en una posición decisiva, pero a su vez la dota de insumos para generar una narrativa, cuestionable, de amplia inclusión en torno de la designación: “es el pueblo quien toma la decisión”.

¿Al final quién (¿en lo individual?) o quiénes (¿en colectivo?) seleccionaron a los futuros gobernadores y gobernadoras de Morena? La respuesta es compleja: es el resultado de una interacción entre múltiples actores que fueron negociando territorio por territorio y en donde están inmiscuidos sí el presidente López Obrador, la dirigencia nacional que encabeza Mario Delgado, pero también las estructuras y fuerzas locales, cuyas pugnas, sin duda, son sopesadas.

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Eduardo Ramírez, en Chiapas, no es parte del grupo del gobernador Rutilio Escandón, de hecho, es más cercano al exgobernador verde Manuel Velasco. En Puebla, se sabe de los conflictos que tuvo Alejandro Armenta con el fallecido gobernador Miguel Barbosa; de hecho, el candidato morenista es ligado al grupo de Mario Marín, el gobernador priista entre 2005 y 2011 famoso por aquel mote de “mi góber precioso”. En Tabasco, el exgobernador y aspirante presidencial Adán Augusto López y el candidato Javier May apenas y pueden sostener en público el antifaz de unidad.

Quizá el caso más emblemático sea el de la Ciudad de México, en donde ni la propia candidata presidencial pudo colocar como su sucesor a su propuesta más cercana. Los chantajes, la apelación a la unidad, las dudas sobre el funcionamiento de la estructura en la entidad… ni siquiera la cercanía de Claudia Sheinbaum con el fundador de su partido pesó para que fuera Omar García Harfuch, y no Clara Brugada, quien buscara sucederla como jefa de Gobierno.

El fracaso de los grupos políticos que hoy buscan encumbrarse mediante la liza electoral es el éxito, en el futuro, de quienes hoy son relegados. ¿Este nuevo modelo de puja y reparto del poder en lo subnacional será favorable para Morena en los años por venir? Ya se verá…

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Nota del editor: Javier Rosiles Salas ( @Javier_Rosiles ) es politólogo. Doctor en Procesos Políticos. Profesor e investigador en la UCEMICH. Especialista en partidos políticos, elecciones y política gubernamental. Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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