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#ColumnaInvitada | Guanajuato, ¿hacia 40 años de gobiernos del PAN?

Varias generaciones de guanajuatenses no han conocido otro partido en el poder y una parte significativa de los nuevos votantes no conciben la posibilidad de que otro partido los gobierne.
vie 15 marzo 2024 06:03 AM
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El PAN gobierna municipios importantes ganados con mayoría simple, pero en realidad apenas el 20% del electorado votó por sus candidatos. Más aún, no hay estrategias ni locales ni nacionales para reducir el creciente abstencionismo electoral, señala Fernando Barrientos del Monte.

El Partido Acción Nacional (PAN) gobierna el estado de Guanajuato desde 1991, cuando Carlos Medina Plascencia fue designado gobernador interino, producto de la llamada “concertacesión” con el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari, que derivó de las acusaciones de fraude electoral en las elecciones de ese año. Fue el segundo estado en romper la hegemonía del Partido Revolucionario Institucional (PRI) después de Baja California en 1989. Si para las elecciones del 2 de junio de 2024 se confirma la ventaja que le dan las encuestas a su candidata a la gubernatura, Libia García Muñoz Ledo, entonces el PAN habrá gobernado este estado prácticamente 40 años de manera ininterrumpida.

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Durante este tiempo ha gozado de varios periodos con mayorías a su favor, desde 2003 hasta la fecha, salvo en el periodo 2012-2015. Actualmente gobierna 26 de los 46 municipios que componen el estado y ha gobernado casi sin interrupción las principales ciudades, como León desde 1991, solo en manos del PRI entre 2012-2015; Irapuato, desde 1997 y hasta la fecha; Celaya, desde 1992, sólo entre 1995-1998 que la perdió ante el PRI; y gobernó Salamanca desde 1998 hasta que en 2018 la perdió frente al partido Morena. Si bien en el resto de los municipios se pueden observar alternancias, ello no ha mermado el predominio del PAN, sobre todo si se toma en cuenta que algunas de las presidencias municipales que termina perdiendo quedan en manos de ex miembros del mismo partido o entre familiares que militan en otros partidos.

Varias generaciones de guanajuatenses no han conocido otro partido en el poder y una parte significativa de los nuevos votantes no conciben la posibilidad de que otro partido los gobierne. Empero, el PAN en Guanajuato no es el mismo partido que alguna vez enarboló la bandera de la democracia e impulsó la alternancia a nivel nacional, a la larga, como sucede con todo partido que permanece por mucho tiempo en el gobierno, se mimetiza con éste y termina cambiando sus principios por el pragmatismo. Las condiciones que explican el predominio de este partido se pueden resumir como sigue.

Primero: un alto abstencionismo electoral. El PAN se ha beneficiado de que el electorado no salga a las urnas y evita el voto de castigo. En las elecciones de 2018 votó apenas el 50% del electorado, un 10% menos que el promedio nacional, y en las elecciones intermedias del 2021 fue el 40%. El PAN gobierna municipios importantes ganados con mayoría simple, pero en realidad apenas el 20% del electorado votó por sus candidatos. Más aún, no hay estrategias ni locales ni nacionales para reducir el creciente abstencionismo electoral, en parte porque es conveniente al partido en el poder y porque no parece ser un problema para las autoridades electorales.

Segundo: en Guanajuato existen pocos medios de comunicación, comparado con otros estados incluso con menos población, y la opinión pública crítica es muy reducida. La televisión y la prensa, antes que criticar y señalar los errores de la clase gobernante, se dedican a ensalzar a las figuras políticas, por lo que no es extraño ver cotidianamente entrevistas con preguntas a modo. Los pocos medios donde existe crítica por lo regular tienen poco alcance, y cuando un medio, sobre todo la prensa, publica notas con críticas o señalamientos al gobierno, dejan de recibir publicidad gubernamental.

Tercero: existe una simbiosis entre el partido y las estructuras de gobierno, incluso con los órganos autónomos. La clase política es muy cerrada, opera con dinámicas informales como los vínculos familiares y de amistad que le permite controlar las carreras políticas y burocráticas. Ello genera estrechas relaciones de complicidad por conveniencia entre los diversos niveles de gobierno, lo que impide una eficiente rendición de cuentas. Sólo por ejemplificar, las comparecencias de las autoridades de cualquier nivel en el congreso del estado son actos protocolarios que se caracterizan por ver quién recibe más elogios o quién es la persona que más los emite.

Cuarto: la oposición política está casi ausente, y no muestra un interés por convertirse en una alternativa viable de gobierno. Los partidos de oposición muchas veces tienen un rol testimonial, pues debido a las relaciones informales entre la clase política, no tienen incentivos para controlar y ser un contrapeso verdadero del partido en el gobierno.

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Quinto: el PAN ha desarrollado prácticas clientelistas eficientemente disfrazadas de políticas públicas que le ofrecen ventajas electorales. No es casualidad que los últimos tres candidatos del PAN a la gubernatura, incluida la actual, hayan sido secretarios de Desarrollo Social, el área que maneja los programas sociales del gobierno que en época electoral derrocha recursos de manera directa a la población.

Paradójicamente, los gobiernos del PAN son más gerenciales que políticos, las élites económicas han sabido aprovechar la permanencia de este partido para afianzar sus oligopolios económicos que son poco competitivos a nivel nacional e internacional. Los gobiernos panistas se enorgullecen de atraer inversión extranjera directa, pero en realidad es una fachada de eficiencia económica, pues esas inversiones llegan al estado para aprovecharse de las facilidades que el mismo gobierno les ofrece con la condición de que no compitan con el empresariado local, y una mano de obra altamente calificada, pero con bajos salarios y sin posibilidad real de sindicalizarse.

El crecimiento exponencial de la inseguridad y la presencia dominante del crimen organizado en el estado es una muestra de un gobierno fracasado sin capacidad de enfrentar su misión principal. Literalmente está superado en todos los frentes y la estrategia del “avestruz” le ha funcionado. No obstante estas condiciones, a la fecha se ve alejada la posibilidad de la alternancia, pero en la política todo es posible.

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Nota del editor: Fernando Barrientos del Monte es politólogo, profesor e investigador. Miembro de la Asociación Mexicana de Ciencias Políticas (AMECIP). Síguelo en X (@fbarrienmx). Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

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