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#ColumnaInvitada | Más funcionarios “pirata”

Los procesos de selección y promoción del servicio público deberían incluir la investigación de faltas graves a la integridad y la honestidad académica.
vie 19 enero 2024 06:01 AM
Ernestina Godoy hizo presunto plagio en su tésis, según comparativo
Una investigación periodística reveló que la tesis con la que Ernestina Godoy se graduó como Licenciada en Derecho por la UNAM contiene párrafos íntegros tomados de dos autores sin que se les haya citado, se les haya dado crédito o se diga que fueran tomados como referencia.

Hace poco más de un año salió a luz el caso del plagio de la tesis de licenciatura de la aún ministra de la Suprema Corte de Justicia, Yazmín Esquivel. Varios meses después sucedió lo que muchos ya presentíamos, se eximió de toda responsabilidad a la ministra y su asesora aceptó haber entregado parte de la tesis a quien inicialmente era la víctima del plagio —Edgar Báez—, logrando con esto revertir la calidad de víctima de Báez a la Ministra. Sí, ahora resulta que la ministra fue a quien plagiaron.

Pero los casos de plagio por parte de servidores públicos siguen a la orden del día. La semana pasada, el Congreso de la Ciudad de México no ratificó a Ernestina Godoy como Fiscal General de Justicia y si bien muchos de los que votaron en su contra no hablaron de sus razones, resulta tentador pensar que algo tuvo que ver la noticia del plagio de la tesis de licenciatura de Godoy .

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La misma historia otra vez, una alta servidora pública, el presunto plagio de una tesis académica y una próxima votación en la que las servidoras públicas se juegan la posibilidad de obtener más poder en sus trabajos.

Las dos dijeron, cada una en su momento, que las acusaciones eran falsas; que la responsabilidad, en caso de haberla, sería compartida con la UNAM porque sus tesis fueron leídas y aprobadas por sinodales y por sus asesores de tesis; y que las investigaciones de presunto plagio salen justamente antes de que se vote, para Godoy la ratificación de su cargo y para Esquivel la presidencia de la Suprema Corte. Y¿hay un mejor momento para sacar a la luz este tipo de investigaciones? Más vale tarde que nunca ¿no? Obviamente la publicación de esas investigaciones, en el momento en el que se juegan las ratificaciones o los ascensos, tiene detrás la idea de que el servidor público en cuestión no ocupe más espacios de poder en la administración pública y el argumento es muy sencillo, no queremos servidores públicos deshonestos y los plagios de tesis muestran —entre muchas otras cosas— una seria falta a la integridad.

Las razones por las que un estudiante decide plagiar son muchas y este artículo no pretende entrar en ese tema. Lo que sí es necesario señalar es la frecuencia con la que estos casos suceden. Unos años atrás, la UNAM llevó a cabo un estudio que abordó la percepción del plagio en la institución. Según los resultados obtenidos, el 50% de los encuestados admitió plagiar textos o párrafos completos de otros autores y presentarlos como propios. En cuanto a la capacidad de los profesores para detectar estas acciones, entre el 51% y el 65% de los participantes afirmaron que sólo “en ocasiones” los profesores se percatan de ello. Es decir, el plagio académico es una práctica extendida y que sólo la mitad de las veces conlleva alguna forma de sanción.

No creo que quitar las tesis sea la solución. El problema no son los procesos de titulación de las universidades. El problema es la falta de integridad de los estudiantes, la falta de interés de los asesores de tesis y del profesorado en general y la falta de sanciones por parte de las instituciones educativas. Esos estudiantes que plagian su tesis, que salen impunes y además con un título que no ganaron legítimamente, son los futuros fiscales, ministros, jueces, presidentes, empresarios, médicos y profesores.

Entonces, ¿qué podemos hacer? Sin duda las universidades tienen mucho en qué pensar y qué hacer, comenzando por procesos de sanción, buscando que se extiendan más allá de que el estudiante salga de la institución. Adquirir y usar herramientas de tecnología antiplagio ayuda —aunque con Chat GPT eso se va a quedar corto— Pero no hay de otra, las universidades tienen que comprometerse a desarrollar políticas internas, programas, clases y actividades que ayuden a generar en los estudiantes una cultura de la integridad. Tenemos que quitar de raíz el problema y eso pasa por cambiar los usos, las costumbres y las creencias previas relacionadas con la deshonestidad y la impunidad.

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Respecto de los servidores públicos. No podemos saber con antelación si alguien que comienza su carrera como directora de desarrollo delegacional llegará a ser la fiscal general de justicia o si una secretaria de estudio y cuenta en un juzgado llegará a ser ministra del máximo tribunal constitucional de un país. Los procesos de selección y promoción del servicio público deberían incluir la investigación de faltas graves a la integridad y la honestidad académica y saber si quienes hayan cometido alguna falta fueron o no sancionados. Pero esto es mucho trabajo y muchas sinergias con las universidades públicas y privadas, cosas que a la 4T no se le dan. Por el contrario, buscan darle la vuelta a todos los procesos y normas, como conseguirle la titulación en un día a un servidor público para que “cumpla” con los requisitos de ley.

El servicio público, sin importar el poder del que se trate, se basa en la integridad, la honestidad y la transparencia de quienes lo ejercen. Pero mientras no sepamos lo que significa cada una de esas palabras, nos las creamos y las practiquemos, seguiremos teniendo servidores públicos pirata.

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Nota del editor: María de los Ángeles Estrada es Directora de la Iniciativa de Transparencia, Anticorrupción y Digitalización del Tecnológico de Monterrey. Síguela en X ( @AngEstrada5 ). Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.

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