Las cifras exhiben una dura realidad global para las mujeres en todas las regiones del planeta: el Pew Research Center señala que en Estados Unidos las mujeres ganaron el año pasado, en promedio, 82% de lo obtenido por los hombres. A su vez, el Parlamento Europeo publicó que a las mujeres se les pagó 12.7% menos por hora que a sus contrapartes masculinas, y la OCDE indica que en México por cada peso que se paga a los hombres en un empleo, las mujeres reciben sólo 87.5 centavos.
La esfera pública no es muy distinta de lo que plantea Goldin. Las mujeres sufrimos constantes obstáculos para acceder a las mismas oportunidades y reconocimiento que los hombres. Si bien mucho ha cambiado en las últimas décadas, la realidad es que falta muchísimo por lograr: durante el Debate General para la apertura del 78 periodo de sesiones de la Asamblea General de la ONU sólo hablaron 21 mujeres líderes de los 193 Estados miembros actuales.
La Unión Interparlamentaria publicó que al 1 de enero de 2023 sólo el 26.5% de los parlamentarios son mujeres y sólo 6 países han alcanzado la paridad de género en sus poderes legislativos, únicamente 11.3% de los países cuentan con una jefa de estado y 9.8% con jefa del gobierno, y sólo 13 países cuentan con paridad o mayoría de mujeres en la composición de sus gabinetes.
El empoderamiento de las mujeres sí mejora y se acelera con la implementación de cuotas de género, ya sea partidistas o incluso constitucionales - como es el caso de México -. Aún así, resulta indispensable transitar hacia la verdadera igualdad. Por ejemplo, la UIP señala que las mujeres que ocupan cargos en los gabinetes están concentradas en los ministerios de igualdad de género, familia y niñez, desarrollo social, seguridad social, asuntos indígenas y derechos humanos; menos del 12% tienen a su cargo las responsabilidades de defensa, gobiernos locales, energía, transporte o asuntos religiosos.
Si bien, como señala Goldin, el mercado laboral es muy lento, corresponde a la política acelerar el paso porque las mujeres y niñas no podemos seguir esperando por un mundo más igualitario y justo, en el que nuestro género no determine nuestras posibilidades para alcanzar los sueños o - cuando menos - el mismo salario y reconocimiento que los hombres. La posibilidad de cambiar la vida de miles de millones de mujeres y niñas está en manos de aquellas que hoy nos representan en todas las esferas del poder. Contamos con ustedes.
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Nota del editor: Gabriela Cuevas ha sido diputada federal, fue presidenta de la Unión Interparlamentaria. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.