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#ColumnaInvitada | Orgullo y pedal, una batalla urbana por la igualdad

Las exigencias de la población LGBT+ y el ciclismo urbano tienen una meta en común, recuperar espacios de los cuales han sido excluidos y desmantelar estructuras de opresión.
vie 30 junio 2023 06:04 AM
#ColumnaInvitada | Orgullo y pedal, una batalla urbana por la igualdad
La calle se ha convertido en el escenario central tanto para los derechos LGBT como para la defensa de la bicicleta, ofreciendo una plataforma para la visibilidad, la representación y la acción colectiva, apunta Roberto Ascencio.

Tomar las calles de una ciudad es la acción de protesta más emblemática de una lucha social. Toda marcha convierte las arterias de la ciudad, esas que hace un siglo confiscaron los vehículos motorizados, en espacios públicos reales. La protesta transforma las calles en el principal escenario de todo movimiento, ofreciendo un espacio incluyente y de gran visibilidad. Las calles amplifican las voces de las minorías. Se transforman de manera momentánea, durante las marchas del mes el Orgullo LGBT+, y de manera gradual y permanente, con la creación de infraestructura ciclista, para reivindicar todas las formas de ser libre. Tomar las calles es un acto de rebeldía.

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Los ciudadanos que hemos sido excluidos sistemáticamente del sistema buscamos estos espacios para reivindicar nuestros derechos. Quien se mueve en bici busca un lugar permanente para la bicicleta en las calles. Busca pacificar los corredores viales para interconectarlos y hacerlos seguros para las bicicletas. Dejar atrás la idea de que es un modo de transporte que debe quedar relegada a zonas residuales y secundarias. Resaltar la urgente necesidad de contar con vías seguras dentro del limitado y disputado espacio público, un espacio en constante conflicto con la hegemonía del automóvil privado.

La Ciudad de México ha visto grandes avances: la aparición y reciente expansión de Ecobici, que reporta un incremento sostenido de usuarios gracias a las mejoras en su operación, así como las numerosas ciclovías que han surgido en la última década, son la materialización de batallas del pasado. Sin olvidar también que la Ciudad de México fue la primera jurisdicción de América Latina en permitir el matrimonio igualitario, entre otros triunfos de la comunidad LGBT+. Y sin embargo, todavía queda un largo camino por recorrer. Tanto ser queer como ser ciclista, aún requieren de mucho valor en la Ciudad de México.

Hoy, quienes han optado por la bicicleta como modo de transporte buscan transformar las calles. Reconocen que moverse en bicicleta en la Ciudad de México requiere valor. La bicicleta aún es percibida como el invasor de la superficie conquistada por el auto a lo largo del siglo XX. La bicicleta obliga al automóvil a reconocer que no es el único usuario de la vía pública, a respetar otras formas de moverse, a conducir con más cuidado, a ir lento, a compartir. El objetivo es uno: ser más visibles para estar más seguros.

El automovilista no es el único actor que goza de un lugar privilegiado en la escala social. Existe una gran similitud entre el ‘autocentrismo’ en el mundo actual y la heteronormatividad. En el Mes de Orgullo LGBT+, las personas toman las calles para demandar igualdad de derechos y exigir el fin de la discriminación basada en la orientación sexual y la identidad de género. Mientras tanto, el ciclismo urbano toma las calles para exigir un alto a la dominancia de los vehículos motorizados, la planeación urbana orientada al auto y las ciudades a escalas deshumanizadoras. Ser una persona cuir en la Ciudad de México requiere valor. Reconocer los derechos de esta población, indudablemente obliga al resto de la población a reconocer que no existe un solo modelo de existir, a respetar otras formas de expresar la sexualidad, a compartir el espacio. El objetivo es uno: ser más visibles para estar más seguros.

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Las exigencias de la población LGBT+ y el ciclismo urbano tienen una meta en común, recuperar espacios de los cuales han sido excluidos y desmantelar estructuras de opresión. Ambos movimientos buscan cuestionar la norma y generar disrupción en una serie de prácticas que sólo son cómodas para algunos. Entienden la importancia y el poder de la acción colectiva para influir la política y la opinión pública en miras de un futuro mucho más incluyente. Los dos utilizan las calles de la ciudad para hacer resonar su voz.

La calle se ha convertido en el escenario central tanto para los derechos LGBT como para la defensa de la bicicleta, ofreciendo una plataforma para la visibilidad, la representación y la acción colectiva. Al reclamar espacios públicos, desafiar las normas y construir comunidades inclusivas, estos movimientos remodelan el entorno urbano y abogan por una sociedad más equitativa. Las intersecciones entre los derechos LGBT+ y la defensa de la bicicleta demuestran el poder de la colaboración y la solidaridad para lograr un cambio significativo. A medida que continuamos navegando por las calles, es esencial reconocer y apoyar los esfuerzos de estos movimientos, reconociendo sus objetivos compartidos y trabajando juntos hacia un futuro que celebre la diversidad, promueva el transporte sostenible y defienda los derechos de todas las personas. Así, un día todos podrán tener la garantía de que siempre llegarán a salvo a su destino.

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Nota del editor: Roberto Ascencio es consultor de movilidad para Arcadis | IBI Group, politólogo y maestro en planificación urbana, con más de ocho años de experiencia trabajando en los contextos urbanos de Ciudad de México, San Francisco, Guatemala y Lima. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

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