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#ColumnaInvitada | Los obstáculos políticos al 'nearshoring'

Son y serán decisiones de carácter político las que determinarán el curso —lento o acelerado, modesto o relevante— del 'nearshoring' durante los próximos años, señala Carlos Ramírez.
mar 07 febrero 2023 06:00 AM
nearshoring que es
Para aprovechar cabalmente el nearshoring se requiere resolver temas como la garantía de abasto suficiente y limpio de electricidad, agua y tierra; atender los cuellos de botella en infraestructura y logística en el Norte, Occidente y Centro del país, apunta Carlos Ramírez.

Los vientos geopolíticos del planeta parecen soplar a favor de México. En el último año, el fenómeno conocido como nearshoring —la relocalización de cadenas de suministro de lugares lejanos a geografías más amistosas y cercanas a los centros de consumo— pasó de ocupar escuetas notas interiores en publicaciones especializadas a estar en las primeras planas de los diarios internacionales.

Se trata, todo así lo sugiere, de una oportunidad muy relevante para captar mayor inversión extranjera, elevar las exportaciones y aumentar la sofisticación de nuestra matriz exportadora. En el proceso, crear empleos y detonar crecimiento.

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Sin exagerar, se trata, quizá, de una de las mejores oportunidades económicas que ha tenido el país desde que se firmó el TLC en el ya muy lejano 1993. Frente a ello, surge la pregunta de si el país está preparado para capturar a plenitud semejante oportunidad. Mucho se ha dicho y escrito al respecto: para aprovechar cabalmente el nearshoring se requiere resolver temas como la garantía de abasto suficiente y limpio de electricidad, agua y tierra; atender los cuellos de botella en infraestructura y logística en el Norte, Occidente y Centro del país; atacar los todavía altos niveles delictivos que sufre México; otorgar certidumbre jurídica (regulatoria, fiscal y legislativa); resolver los diferendos comerciales con Estados Unidos y Canadá; así como atender los insuficientes niveles y calidad de la mano de obra.

Cada obstáculo tiene sus propias consideraciones y retos, algunos de carácter estructural más que otros. Existe, sin embargo, un vaso comunicante en todos los obstáculos potenciales al nearshoring: la política. En mi opinión, son y serán decisiones de carácter político las que determinarán el curso —lento o acelerado, modesto o relevante— del nearshoring durante los próximos años.

El riesgo político —las acciones, decisiones u omisiones del gobierno que pueden impactar adversamente la expectativa de retorno de inversionistas y la rentabilidad de empresas— suele ser desdeñado o simplemente ignorado por muchas empresas. Pero siempre está ahí, en mayor o menor medida. Hoy, en México, el factor político está más presente que nunca.

Vuelvo entonces a la pregunta inicial: ¿podrá México aprovechar cabalmente la enorme oportunidad que representa el nearshoring? Dependerá, en buena medida, de la política. Para atender el problema de insuficiencia energética, ¿estará dispuesto el actual gobierno y sobre todo el siguiente a dar un viraje a su política energética, para así garantizar el suministro necesario y de calidad a los nuevos participantes? En materia regulatoria, ¿podrán ofrecer el gobierno federal y los gobiernos estatales mayor certidumbre regulatoria, fiscal y legislativa?

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En materia de infraestructura, ¿se atenderá el déficit que presenta el país con mayor inversión pública focalizada en estas regiones, además de reabrir los canales para una mayor inversión privada? En seguridad, ¿se mantendrá la actual estrategia federal que parece haber brindado magros resultados? En cuanto a la escasez de mano de obra, ¿tendrán los gobiernos federal y estatales la capacidad de generar programas masivos de capacitación, además de crear las condiciones para una mayor movilidad de la fuerza laboral en el interior del país? En cuanto al T-MEC, ¿triunfará el pragmatismo y la racionalidad por encima de la ideología para resolver de fondo el origen del diferendo en materia energética (la Ley de la Industria Eléctrica)?

El sexenio ha entrado en su fase final. El próximo año habrá elecciones presidenciales en México junto con la renovación completa de ambas Cámaras del Congreso. De antemano, se prevé una contienda cerrada y altamente polarizada. ¿Estará el nearshoring en la agenda de los candidatos? ¿Habrá propuestas concretas de cómo aprovechar esta enorme oportunidad? ¿Será el siguiente un gobierno más moderado que se traduzca en un menor riesgo político para el país? Pronto lo sabremos.

Nota del editor: Carlos Ramírez (@CarlosRamirezF) es socio consultor de Integralia (@Integralia_Mx), especialista en riesgo político y economía. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

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