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#ColumnaInvitada | La no repetición: congruencia entre pasado y presente

La demanda de perdón con el pasado nos exige congruencia en el presente.
vie 27 enero 2023 06:00 AM
#ColumnaInvitada | La no repetición: congruencia entre pasado y presente
Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, y Zhu Qingqiao, embajador de la República Popular China, durante la "Petición de perdón por agravios a la comunidad china en México", el 17 de mayo de 2021.

La historia de la humanidad está llena de atrocidades, abusos y dolor. En nombre de las naciones y sus fronteras, de dioses y credos, de razas e ideologías, y hasta por honor y desamor, murieron millones de personas, mujeres y niñas fueron violadas, así como cientos de etnias que desaparecieron junto con su riqueza cultural.

Pareciera que por fin se aprenden algunas lecciones: recientemente se han llevado a cabo profundas reflexiones sobre la necesidad de reconocer las terribles decisiones del pasado con la finalidad de que nunca se repitan.

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En México empezamos a escuchar sobre los procesos de no repetición, a partir de la carta que enviaría el gobierno a su contraparte española (pero que fue filtrada antes de que siquiera pudiese iniciar el diálogo) con la que se buscaba que España reconociera los - innegables - abusos cometidos durante la Conquista.

Además, existen varios botones de muestra: el Primer Ministro de Países Bajos, Mark Rutte, en diciembre pasado se disculpó por el papel de su país en la esclavitud y en el comercio de esclavos. Rutte se refirió a las más de 600,000 personas de África que fueron vendidos “como ganado”, y anunció un nuevo fondo para financiar iniciativas educativas que aborden las consecuencias de la esclavitud en su país y en sus anteriores colonias.

Meses antes, el rey Felipe de Bélgica expresó sus “arrepentimientos más profundos” por los atroces abusos de su país en Congo que acabaron con la vida de más de 10 millones de congoleses. En el 2021, Alemania y Namibia dieron un paso aún más significativo al alcanzar un Acuerdo de Reconciliación, en el que el gobierno alemán reconoció el genocidio en el país africano entre 1904 y 1908. El mismo año, el presidente Emmanuel Macron pidió al pueblo de Rwanda que perdonara a Francia por la inacción francesa ante el genocidio de 1994 en el que 800,000 Tutsis y Hutus moderados fueron asesinados.

México también se sumó a las prácticas por la no repetición. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, pidió perdón a la comunidad china por la masacre de Torreón de 1911 en la que 303 chinos murieron asesinados por las fuerzas revolucionarias. AMLO aseguró que “nunca más” el gobierno mexicano permitiría el racismo y la xenofobia.

Reconciliarnos con nuestro pasado es fundamental para entender y abrazar nuestro presente. El pasado aún obliga a distintos países a analizar medidas de reparación del daño o de compensación a las víctimas o sus descendientes; pero sin duda alguna, el reconocimiento público y las disculpas son indispensables para cerrar heridas.

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El reto más grande para algunos países - y en especial para la política exterior mexicana - se encuentra en tener congruencia en el presente: se deben condenar las ocupaciones de siglos atrás al mismo tiempo que condenamos a Rusia por su ofensiva militar contra Ucrania. Se exigen disculpas por la explotación del siglo pasado al igual que bloqueamos todo comercio que involucre violaciones a derechos humanos. Como de la misma forma que rechazamos las persecuciones ideológicas o religiosas, rompemos alianzas con los regímenes que criminalizan el ejercicio de los derechos sociales y políticos. La demanda de perdón con el pasado nos exige congruencia en el presente.

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Nota del editor: Gabriela Cuevas ha sido diputada federal, fue presidenta de la Unión Interparlamentaria. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.

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