#ElPersonaje | Marcelo Ebrard, el Ave Fénix

Nadie es perfecto, pero Ebrard sabe trabajar y gobernar, y hoy en día está más cerca que nunca de su sueño de vida: ser presidente de México.

El 19 de septiembre de 1985, Marcelo Ebrard, hoy secretario de Relaciones Exteriores, iba rumbo a su oficina en la calle de Izazaga, en el Centro Histórico, cuando empezó a temblar. El caos que siguió al siniestro lo obligó a dejar su coche estacionado y a llegar a pie a la sede de la Secretaría de Programación y Presupuesto, la cual se encontraba gravemente afectada por el sismo.

Sin embargo, Ebrard se quedó a auxiliar a sus colegas y, con ayuda de un cabo del Ejército, subió con una cuerda hasta el octavo piso del inmueble para recoger los cheques del Programa Regional de Empleo y, así, asegurarles a las familias beneficiarias el sustento durante los difíciles momentos que sobrevendrían.

Esta anécdota ilustra en parte el paso por el servicio público del ahora precandidato presidencial por Morena.

No había mejor manera, a mi punto de vista, para comenzar el perfil de Marcelo Ebrard, un político experimentado a quien podemos describir como el Ave Fénix.

Tras el caso Atenco, cuando Fox lo cesa, o tras la tragedia del News Divine, más de uno pensó que ya no tenía futuro; sin embargo, se reinventó y revivió como Ave Fénix, ¿o no?

Y mientras la corcholata Sheinbaum ya no veía lo duro sino lo tupido por el ‘austericidio’ que ella le impuso al Metro, Marcelo brillaba en la visita de Biden y Trudeau.

Dicen que una imagen vale más que mil palabras… y ésta lo es. Dirían en la vida y en las redes, quédate con alguien que te vea como AMLO ve a Ebrard.

Ebrard estudió hasta preparatoria en colegios católicos lasallistas. De hecho, disfruta contar que justo en esos años fue cuando comenzó a participar activamente en la política estudiantil y que formó parte de un paro que consiguió expulsar a un grupo de compañeros que recurrían a la violencia para imponer sus ideas.

En sus tiempos formativos en el Colmex conoció a varios profesores que marcaron su vida intelectual: Rafael Segovia, Bernardo Sepúlveda, Lorenzo Meyer y, en particular, Manuel Camacho Solís, quien se convertiría en su mentor en tanto que docente y político.

De hecho, déjenme platicarles que en 1982, a punto de cumplir 23 años, participó en la campaña presidencial de Miguel de la Madrid Hurtado y, meses después, ingresó a la Secretaría de Programación y Presupuesto como asesor de Camacho, quien había sido nombrado subsecretario de Desarrollo Regional. Así pues, su primera experiencia profesional fue coordinar a un grupo de experimentados políticos y servidores públicos para diseñar un programa de empleo.

En 1988, Camacho Solís, como jefe del Departamento del Distrito Federal, lo nombró secretario de Gobierno de la capital del país, lo que nos explica por qué fue un jefe de gobierno tan bueno. ¿O ya se nos olvidó cómo en aquellas épocas, cuando los ciudadanos estábamos hartos del PRD, este partido logro retener la jefatura gracias al extraordinario trabajo de Ebrard, tanto en la seguridad, como recuperando espacios públicos y mejorando la contaminación? Es más, nos sentíamos los muy, muy, ¿o no?

No era para menos pues, impulsó la extensión de derechos fundamentales –con el reconocimiento del matrimonio igualitario y con la interrupción legal del embarazo, consolidó una política ambiental de vanguardia –con la introducción del programa Ecobici–, y fortaleció la identidad cosmopolita de la capital mexicana.

Y justo durante dicho encargo como Secretario de Gobierno fue que conoció a AMLO, pues era responsable del diálogo político y de atender las necesidades de distintos grupos sociales. López Obrador encabezaba los reclamos de un grupo de trabajadores petroleros con quienes Pemex tenía un adeudo salarial. Su encuentro se dio en una carpa de plástico. ¡Ah!, y gracias a sus gestiones, Pemex saldó los pagos atrasados y AMLO regresó con una victoria política a Tabasco.

En vísperas de las elecciones federales de 2000, formó un nuevo partido político, el Partido de Centro Democrático, con Camacho y otros compañeros.

Con Marcelo como Jefe de Gobierno del entonces DF, la izquierda vio visibilizados muchos de sus anhelos por los que habían luchado por años. Además, dichos logros lo hicieron merecedor del premio al Mejor Alcalde del Mundo 2010, del Proyecto World Mayor, al considerarlo “un reformador liberal y pragmático que no ha temido desafiar a la ortodoxia de México”.

Cómo dejar de mencionar que en el 2012, cuando alzó la mano por primera vez para la presidencia, Ebrard honró su palabra y demostró una vez más sus principios y valores.

O que fue casi extraditado del país al ser un perseguido político de Enrique Peña Nieto. Nadie es perfecto, pero Ebrard sabe trabajar y gobernar, y hoy en día está más cerca que nunca de su sueño de vida: ser presidente de México.

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