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#ColumnaInvitada | Caluroso verano para la economía

La incertidumbre global aleja cada vez más la deseada recuperación económica, ante la persistencia de la interrupción en las cadenas globales de suministro y la ofensiva rusa en Ucrania.
mar 09 agosto 2022 06:00 AM
Mexican 50 Peso Note With An American One Dollar Bill
Desde la entrada en vigor del TLC nuestra economía profundizó su dependencia de EU, lo que ha traído ventajas, pero en caso de ocurrir un frenón deben adoptarse medidas que minimicen riesgos y amortigüen efectos en nuestro país, señala Claudia S. Corichi.

La intensa temporada de calor e incendios que se ha dejado sentir este verano parece haberse extendido al terreno económico. Desde el inicio de la pandemia el mundo entero no ha tenido tregua; la actividad económica se paralizó como consecuencia del confinamiento y se dijo que la recuperación vendría luego del hallazgo y la inoculación masiva de vacunas entre la población.

La incertidumbre global aleja cada vez más la deseada recuperación económica, ante la persistencia de la interrupción en las cadenas globales de suministro y la ofensiva rusa en Ucrania.

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Resulta evidente que estamos a las puertas de una crisis que anticipa un shock económico global por las presiones inflacionarias y bajo crecimiento, un escenario pocas veces visto. Tan solo en lo que va del año, decenas de países han corregido varias veces a la baja su previsión de crecimiento. En su último informe de julio denominado Un panorama sombrío y más incierto, el FMI estima que el mundo crecerá un 3.2% en 2022 y 2,9 en 2023.

La Reserva Federal estadounidense incrementó ya dos veces seguidas la tasa de interés en 0.75%; el Banco Central canadiense también ha elevado sus tasas. Se estima que en México ese indicador puede llegar al 9% al cerrar 2022 para intentar contener la inflación.

La guerra trajo consigo duras sanciones financieras a Rusia por parte de la Unión Europea. Como respuesta el régimen de Putin demandó que el pago de gas se realice solo en rublos y amenaza con la interrupción del suministro energético que traerá serias consecuencias para la industria, ya que la dependencia del gas ruso supera el 50% en catorce países europeos, particularmente Alemania (que ya redujo de 55 al 40% su consumo) e Italia (46%), dos de los motores económicos del G7.

La inflación está desbocada en todo el mundo, con niveles récord y la característica de ser un fenómeno simultáneo, presionada por el significativo aumento en los precios de la energía, los alimentos y por el impacto de la guerra en economías occidentales, cuya debilidad provoca a su vez el bajo crecimiento en América Latina.

Con datos a julio, la agobiada economía argentina (que mantiene una deuda insuperable de 44,000 millones de dólares con el Fondo Monetario) alcanza una inflación del 64%; en Estados Unidos se situó en un nuevo máximo en más de cuatro décadas (9.1%). En México alcanzó el 8.1% contenida por los estímulos fiscales a las gasolinas; mientras que en Europa la situación es insólita como en Reino Unido (9.4%), España (10.8%) y Alemania (7.6%).

Varios analistas sostienen que la escalada del nivel de precios en Estados Unidos responde a un empuje de la demanda por los estímulos otorgados por la administración Biden que calentaron la economía.

Otro hecho inédito tuvo lugar el 12 de julio: el euro logró la paridad con el dólar y un día después el billete verde superó por primera vez a la moneda única desde que esta vio la luz hace 20 años, una tendencia que parece mantenerse en el corto plazo.

Todo mundo se pregunta cómo enfrentar el vendaval y ciertamente las respuestas abundan, pero no las decisiones. Los líderes de las naciones que forman el G7 se reunieron en junio para acordar el envío de más apoyo a Ucrania pero no discutieron fórmulas para hacer frente al atribulado panorama económico. Además, existe divergencia en la política económica y monetaria de la zona euro y la de Estados Unidos; las soluciones como se ve, corren a dos velocidades.

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Y como si no bastaran la pandemia y sus secuelas, los efectos de la guerra y el incremento sostenido de los precios de energéticos, alimentos y materias primas, aparece la variable política en Reino Unido e Italia cuyos primeros ministros renunciaron a sus mandatos (Mario Draghi que fue presidente del Banco Central Europeo perdió el apoyo en el Parlamento italiano en momentos en que se requiere un capitán experimentado para sortear la crisis).

Todo en conjunto está configurando un escenario adverso para la economía global en lo que resta de 2022. En este ambiente incierto y especulativo, las clases medias y los sectores más pobres serán los más afectados por el desempleo, la pérdida del poder adquisitivo, los altos costos de bienes y servicios y la disminución de los ahorros familiares, como ya ocurrió en la pandemia.

En el segundo trimestre de este año, la economía estadounidense volvió a contraerse; sin embargo, los expertos aún no vislumbran una recesión debido a la fortaleza del mercado laboral. Desde la entrada en vigor del TLC nuestra economía profundizó su dependencia de Estados Unidos lo que ha traído ciertas ventajas, pero en caso de ocurrir un frenón deben adoptarse medidas que minimicen los riesgos y amortigüen sus efectos en nuestro país.

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Nota del editor: la autora es titular de la Unidad de Igualdad de Género y Cultura de la Fiscalización de la ASF.

Las opiniones de este artículo son responsabilidad única de la autora.

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