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#ColumnaInvitada | La relación de México-España: más allá de sus líderes

No se comprende por qué el presidente de México ha dicho que desea “pausar” las relaciones con España, señalando que las empresas españolas han obtenido beneficios al grado de robar al país.
vie 18 febrero 2022 10:30 AM
Obrador y el presidente de España
El presidente López Obrador recibió en marzo de 2019 al presidente del gobierno de España, Pedro Sánchez.

La relación de México y España ha estado marcada desde el principio en una cercanía importante y profunda, no solo desde que México es independiente sino incluso desde el periodo Colonial, de hecho, la única provincia del Reino de España considerada como tal en América fue parte del territorio central donde se asienta México.

El mayor contingente de españoles en América fue desplegado justamente en la provincia de la Nueva España, y aunque efectivamente se trataba de una explotación de recursos, también es verdad que la herencia ha sido profunda tanto por la lengua, la religión e incluso en algunos rasgos culturales que nos acercan.

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La independencia de México con la consecuente influencia de los Estados Unidos evidentemente fracturó la relación que fue de ida y vuelta hasta finales del siglo XIX y parte del XX en el que comienzan a regularizarse las relaciones hasta la llegada del régimen dictatorial del “caudillo” de España, sin embargo, no hay que olvidar que los hijos y nietos de españoles tanto nacidos en la península Ibérica como en la Nueva España terminaron por tomar las riendas de lo que se convertiría en los Estados Unidos Mexicanos. Si hay que reprochar algo a los españoles quizá sería importante pensar en los abuelos y tatarabuelos de los mexicanos, antes de pensar en reprocharle algo al actual Reino de España del siglo XXI.

Las relaciones diplomáticas entre ambas naciones se vieron interrumpidas en varias ocasiones en el siglo XIX, particularmente en el periodo de reforma, entre los años 1857 y 1859, 1861 y 1864, y 1867 a 1871.

Con Porfirio Díaz, las relaciones diplomáticas se reactivaron hasta que estalló la Revolución Mexicana, periodo en el que se acrecentó el nacionalismo.

Una vez estable, particularmente para los años 30 del siglo XX, México tendría una política de no intervención en los asuntos internos de los Estados, por un lado, pero por el otro, se asentaría en la vanguardia de los Derechos Humanos con su Constitución y con los valores democráticos que aflorarían después de la Revolución para tener una política de puertas abiertas que se confirmaría con la mejoría en la relación México-España en la proclamación de la Segunda República Española en 1931.

Lo que finalmente terminaría de “sanar” la herida entre México-España será la cruel y devastadora Guerra Civil Española en la que incluso el gobierno de Lázaro Cárdenas apoyaría al bando republicano, es decir, al gobierno democráticamente electo.

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Cárdenas optó por abrir las puertas de México a todos y todas las refugiadas, lo que más tarde se convertiría en una ruptura diplomática, pero provocaría un mayor acercamiento entre ambos pueblos. La huella incluso ha dejado instituciones como el Ateneo Español en México que resguarda la memoria histórica de los exiliados republicanos españoles quienes en prácticamente todos los ámbitos de la sociedad generaron una influencia en la cultura mexicana que sobrevive hasta nuestros días.

Es importante señalar que la relación entre los pueblos ha estado por encima de sus líderes políticos. Hay una influencia de ida y vuelta con generaciones de españoles que han crecido con la música mexicana, como mexicanos que han crecido con la música de la movida madrileña de los años 80.

Tras la muerte de Franco, las relaciones diplomáticas se estabilizaron y, tras la llegada de Felipe González al poder, las relaciones entraron, diría yo, en una especie de luna de miel que pervive hasta nuestros días.

En el sexenio actual, ha habido 7 visitas de altos funcionarios de España en México que yo tengo en el radar y, de las que puedo rescatar la del Rey Felipe VI, la del presidente Pedro Sánchez o la de la secretaria de Estado de la España Global por citar algunos ejemplos.

De acuerdo con las últimas declaraciones del Ministerio de Exteriores de España “más de 175,000 españoles viven en México y cerca de 30.000 mexicanos residen en España. España es el segundo inversor en México y cuenta con 7.000 empresas en ese país. La inversión española se eleva por encima de 70.000 millones de euros y la mexicana en España supera los 25.000 millones”.

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Por todo lo anterior, no comprendo bien, porque el presidente de México ha dicho que desea “pausar” las relaciones con España, señalando en una tribuna popular que: las empresas españolas han obtenido beneficios al grado de robar al país: “El presidente señaló que había un contubernio arriba, una promiscuidad económica, política, en la cúpula de los Gobiernos de México y de España, pero como tres sexenios seguidos”.

No es la primera ni será la última declaración “inapropiada” del presidente respecto a la no diplomacia que ha llevado a cabo desde que entró en el gobierno. ¿Pero qué necesidad de poner en entredicho las relaciones con uno de los socios comerciales más importantes que tiene México? Si ha habidos robos y corrupción como lo señala: ¿porque no hay procesados en los juzgados?

El presidente de México pide a España que pida perdón por los actos cometidos durante la conquista y suena tan anacrónico como si los españoles les pidieran a los marroquíes que pidan perdón por la ocupación árabe en la península ibérica.

No sé si el desconocimiento sobre diplomacia es real o es solo un distractor, una cortina de humo del presidente López Obrador para intentar tapar el sol con un dedo respecto al potencial conflicto de interés de su hijo con una contratista de Pemex.

Sin embargo, en esta breve síntesis de la historia de las relaciones de ambos países, está claro que ni un dictador pudo, ni un líder político actual podrá empañar las buenas relaciones de unos y de otros. Si hay delitos que reprochar, debiera ser en los juzgados, no en una tribuna política. Desde la tribuna se mejoran las relaciones, con la ley se alcanza la justicia, pero no se puede hacer justicia con saliva, hace falta más.

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Nota del editor:

El autor es abogado y profesor de las Escuela de Ciencias Sociales y de Gobierno del Tecnológico de Monterrey ( @cgonblanc )

Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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