Esta semana, López Obrador mostró el supuesto ingreso bruto anual del periodista Carlos Loret de Mola. Al hacerlo, celebró la transparencia de su gobierno porque “la mafia del poder ocultó durante mucho tiempo los sueldos” de los más ricos. “Había un contubernio de poder”, explicó, que hacía imposible ver la diferencia entre los ingresos millonarios y los de un maestro de escuela pública o un periodista de a pie. “¡Y vamos adelante!”, dijo gozoso, “todo a transparentarlo”, a garantizar el derecho a la información.
El problema es que eso no es lo que está haciendo. Por el contrario, su gobierno se ha negado a mostrar la información anónima de ingresos brutos y pago de ISR, a pesar de que el Inai resolvió en 2020 que debía hacerlo . Y ha mantenido las anticuadas regulaciones del secreto fiscal mexicano sin cambio —a pesar de tener mayoría en el Congreso para cambiar el artículo 69 del Código Fiscal de la Federación.