Por esa razón, resulta sorprendente el alto costo con el que se oferta estos días en mercados, tianguis y supermercados. El incremento ocurre en momentos en que la cuarta ola de la pandemia vive uno de sus momentos críticos, por lo que es justamente usado como remedio casero para atenuar infecciones propias de la época invernal.
El limón se compra hoy en alrededor de 80 pesos el kilo, el equivalente a adquirir 2 kilos y medio de huevo o medio kilo de carne. Hace un año su precio era cuatro veces menor (20 pesos el kilo). Según la Profeco, la variedad Colima se vende en la Ciudad de México a un precio de hasta 79.90 pesos el kilo; mientras que la variedad Persa se ubica en los 69 pesos el kilo. Pero en algunos lugares llega a costar hasta 100 pesos.
Se estima que México produce más de 2.5 millones de toneladas al año, ubicándonos siempre en los primeros lugares del mundo en la producción de este cítrico; en promedio consumimos unos 14 kilos al año por persona. Los principales estados productores de limón mexicano son Colima, Michoacán, Oaxaca y Guerrero.
Varios son los factores que se atribuyen a su escasez y alto costo. Desde el incremento de los combustibles y por ende de la inflación, o la caída de la producción por el clima (frentes fríos) hasta el “efecto de la estacionalidad” pues cada año se presenta menor producción entre los meses de diciembre y marzo.
Sagarpa ha informado que en noviembre, la producción de esta fruta cayó 4%, lo que significa 12,300 toneladas menos respecto del mes previo. Indica que Michoacán genera 24% de la cosecha nacional y su producción ha disminuido 48% equivalente a 66 mil toneladas menos.
Pero lo más dramático está en la vinculación entre la inseguridad y el incremento del precio de la fruta. Es conocido el derecho de piso: imponen los precios a los cortadores, empacadores, a los dueños de las hectáreas, a los transportistas; en cada etapa de la cadena de comercialización se va elevando el precio para poder pagar a los delincuentes que tienen sus propias reglas del mercado.