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#ColumnaInvitada | Limón, amarga realidad

Los grupos delincuenciales han ido penetrando hasta afectar a prácticamente la cadena productiva del limón y de otras mercancías similares, por ello el incremento de los precios.
mié 26 enero 2022 06:20 AM
Venta de limón en mercados de la CDMX
En mercados de la ciudad, el precio del limón por kilo se mantiene cercano a los 60 pesos.

Es muy común encontrar limones en la mesa de cada hogar mexicano y en restaurantes de todo tipo. Ya sea para alimentos o bebidas, este cítrico ocupa un lugar importante en nuestra gastronomía para potenciar el sabor de algunos platillos.

Sin duda, es un producto versátil consumido por gente de todas las edades: lo mismo puede usarse para sazonar una sopa o pescado o unos ricos tacos, que como eficaz antiséptico para tratar heridas superficiales, o como remedio casero en caso de una infección en garganta. Su alta concentración de vitamina C y antioxidantes han hecho del limón un insumo indispensable en la cultura mexicana.

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Por esa razón, resulta sorprendente el alto costo con el que se oferta estos días en mercados, tianguis y supermercados. El incremento ocurre en momentos en que la cuarta ola de la pandemia vive uno de sus momentos críticos, por lo que es justamente usado como remedio casero para atenuar infecciones propias de la época invernal.

El limón se compra hoy en alrededor de 80 pesos el kilo, el equivalente a adquirir 2 kilos y medio de huevo o medio kilo de carne. Hace un año su precio era cuatro veces menor (20 pesos el kilo). Según la Profeco, la variedad Colima se vende en la Ciudad de México a un precio de hasta 79.90 pesos el kilo; mientras que la variedad Persa se ubica en los 69 pesos el kilo. Pero en algunos lugares llega a costar hasta 100 pesos.

Se estima que México produce más de 2.5 millones de toneladas al año, ubicándonos siempre en los primeros lugares del mundo en la producción de este cítrico; en promedio consumimos unos 14 kilos al año por persona. Los principales estados productores de limón mexicano son Colima, Michoacán, Oaxaca y Guerrero.

Varios son los factores que se atribuyen a su escasez y alto costo. Desde el incremento de los combustibles y por ende de la inflación, o la caída de la producción por el clima (frentes fríos) hasta el “efecto de la estacionalidad” pues cada año se presenta menor producción entre los meses de diciembre y marzo.

Sagarpa ha informado que en noviembre, la producción de esta fruta cayó 4%, lo que significa 12,300 toneladas menos respecto del mes previo. Indica que Michoacán genera 24% de la cosecha nacional y su producción ha disminuido 48% equivalente a 66 mil toneladas menos.

Pero lo más dramático está en la vinculación entre la inseguridad y el incremento del precio de la fruta. Es conocido el derecho de piso: imponen los precios a los cortadores, empacadores, a los dueños de las hectáreas, a los transportistas; en cada etapa de la cadena de comercialización se va elevando el precio para poder pagar a los delincuentes que tienen sus propias reglas del mercado.

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En estados de producción intensiva como Colima y Michoacán es bien sabido que los grupos de delincuencia organizada no permiten salir el fruto si no se paga una cuota ya sea mensual o por camión. El costo de no pagar la extorsión puede incluso costarles la vida a los agricultores y sus familias.

De acuerdo con información de empresarios del ramo, los precios de limón que se pagan en campo fluctúan entre los 20 y 25 pesos, mientras que el costo que se traslada al consumidor final es hasta cuatro veces más alto, en parte atribuido al pago de cuotas para poder cosecharlo y trasladarlo.

El aumento de precio de artículos de la canasta básica es uno de los temas que más afecta a todas y todos, pero principalmente a quienes menos tienen. Si además de las razones inflacionarias y subyacentes del campo se considera el tema de la inseguridad, el asunto es doblemente delicado.

Los grupos delincuenciales han ido penetrando hasta afectar a prácticamente toda la cadena productiva tanto del limón como de otras mercancías similares. Por ello se hace necesario atender y mejorar las condiciones de seguridad de las y los productores del campo y de la población en general, ya que se vuelve un asunto de primer orden e incluso de seguridad alimentaria.

Garantizar el Estado de derecho, la seguridad por ende, es crucial en el país y un asunto de primer orden. Esta circunstancia debe cambiar y sólo es la muestra de un botón que puede peligrosamente reproducirse en otros productos agroalimentarios.

El encarecimiento del limón no sólo afecta a los hogares del país, también a los puestos y restaurantes cuyos clientes no asimilan un taco, una tostada o guacamole sin el sabor y la esencia de ese preciado producto.

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Nota del editor: la autora es titular de la Unidad de Enlace Legislativo y Relaciones Instituciones de la ASF.

Las opiniones de este artículo son responsabilidad única de la autora.

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