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#ColumnaInvitada | Desmond Tutu: faro que no se apaga

Hace apenas unos días el mundo perdió a uno de sus guías, una de sus últimas reservas morales. El proceso de reconciliación sucedido en Sudáfrica, sería impensable sin Desmond Tutu. Su luz seguirá.
mar 04 enero 2022 06:30 AM
Desmondt Tutu
El obispo fue un factor clave en Sudáfrica.

En este inicio de 2022 acometemos exactamente los mismos problemas con lo que hemos venido lidiando en los pasados dos años: una pandemia originada esencialmente en la irresponsabilidad del ser humano por la sustentabilidad del planeta, en una carrera desenfrenada e irracional que sólo nos está conduciendo a la inviabilidad como sociedad. Posiblemente, entre las muchas agresiones que el mundo ha sufrido de parte del modelo socioeconómico vigente, esté la afirmación de la narrativa que legitima el olvido de los más desfavorecidos, el desdén por el sufrimiento de miles de millones de seres humanos que no tienen la posibilidad de pensar en el futuro porque su presente está comprometido por el rechazo dada su condición económica, su situación migratoria, su identidad étnica o religiosa.

Los datos son demoledores, son prueba irrefutable de un sistema de beneficios que contradice las declaraciones de las naciones ricas que invocan un futuro de desarrollo para todos. Algunos datos dicen:

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- El 1% de la población más poderosa del planeta tiene la riqueza de 6,900 millones de personas.
- Cada día, 10,000 personas pierden de la vida por falta de recursos para costearse atención médica.
- Hay casi 300 millones de niños que no asisten a la escuela.
- Los 22 hombres más ricos del mundo tienen la riqueza de la totalidad de las mujeres de África.
- Casi el 50% de la humanidad vida con apenas 5.5 dólares al día.

Entre todos estos datos, quizá uno de los más dolorosos es el debilitamiento de las políticas de protección y promoción de los derechos humanos de las personas más vulnerables. El fortalecimiento de los movimientos políticos de extrema derecha en todo el planeta, el aumento de los feminicidios, el tráfico de seres humanos y la trata, que se ensaña especialmente con mujeres y niñas, dan cuenta de una grave situación que requiere una guía que nos permita recuperar la iniciativa en favor de estos miles de millones de personas.

Hace apenas unos días el mundo perdió a uno de sus guías, una de sus últimas reservas morales. El proceso de reconciliación sucedido en Sudáfrica, en el contexto del Apartheid, sería impensable sin el papel del arzobispo anglicano Desmond Tutu. Es evidente el peso de la figura de Nelson Mandela en el proceso sudafricano, pero es igualmente decisiva la presencia de Tutu como un mediador social, un generador de espacios de diálogo, impensable hasta el momento, entre víctimas y victimarios. Conocer la verdad, valorarla, reconocerla e iniciar el proceso de perdón. Una simpleza tan poderosa como compleja en su operación, que no hubiese sido posible sin el peso moral y la legitimidad de este personaje.

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Desmond Tutu luchó, hasta sus últimos días, contra las políticas de exclusión de la mujer desde una idea de igualdad entre géneros; criticó abiertamente la invasión a Irak y se involucró en las más amplias iniciativas de defensa de los más desfavorecidos.

Ciertamente, el sacerdote Tutu ha desaparecido físicamente, pero su guía moral y sus orientaciones son más vigentes que nunca, especialmente en épocas en las cuales prima la incertidumbre. En Tutu hay certeza, claridad, camino: solidaridad, piedad por el otro, reconciliación y perdón, valores escasos en un planeta al que le urge liderazgos de este calado. Desmond Tutu es un guía, un faro que no se apaga.

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Nota del editor: el autor es profesor e investigador del Departamento de Estudios Internacionales (DEI) de la Universidad Iberoamericana (UIA), Campus Ciudad de México, Académico de la Maestría en Estudios sobre Migración en el DEI-UIA. javier.urbano@ibero.mx

Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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