En este inicio de 2022 acometemos exactamente los mismos problemas con lo que hemos venido lidiando en los pasados dos años: una pandemia originada esencialmente en la irresponsabilidad del ser humano por la sustentabilidad del planeta, en una carrera desenfrenada e irracional que sólo nos está conduciendo a la inviabilidad como sociedad. Posiblemente, entre las muchas agresiones que el mundo ha sufrido de parte del modelo socioeconómico vigente, esté la afirmación de la narrativa que legitima el olvido de los más desfavorecidos, el desdén por el sufrimiento de miles de millones de seres humanos que no tienen la posibilidad de pensar en el futuro porque su presente está comprometido por el rechazo dada su condición económica, su situación migratoria, su identidad étnica o religiosa.
Los datos son demoledores, son prueba irrefutable de un sistema de beneficios que contradice las declaraciones de las naciones ricas que invocan un futuro de desarrollo para todos. Algunos datos dicen: