En un principio, las autoridades capitalinas dijeron que la operación sería en los términos y horarios establecidos en sus respectivos permisos, pero al día siguiente, en la edición 676 BIS de la Gaceta Oficial, fueron publicados el semáforo epidemiológico para la capital y los lineamientos detallados para el sector, entre los que se incluye que estos negocios deben cerrar a la medianoche como máximo.
"Los establecimientos mercantiles de impacto zonal, cuyo giro principal sea la venta y/o distribución de bebidas alcohólicas en envase abierto y/o al copeo (bares, cantinas, antros, discotecas u homólogos), así como salones de fiesta, podrán operar hasta las 12:00 AM con un aforo máximo del 50%, priorizando el uso de terrazas o espacios al aire libre", indica el documento.
Para Helking Aguilar Cárdenas, presidente de la Asociación Mexicana de Bares, Discotecas y Centros Nocturnos (Ambadic), la reapertura —que significaba una luz al final del túnel o un tanque de oxigeno para el sector— se ve limitada por reglas que son "discriminatorias".
El empresario aseguró que un cierre a la medianoche, similar al de los restaurantes, representa pérdidas y no ganancias, ya que los primeros clientes comienzan a llegar a partir de las 23:30 horas.
"Sale mucho más caro abrir así que no abrir, o sea, en lugar de ser una ayuda para la recuperación económica, sería una pérdida: abrir dos o tres horas no genera ganancias", argumentó.
Según Aguilar Cárdenas, la medida afecta también a los empleados, ya sean meseros, trabajadores del valet parking, bartenders, elementos de seguridad o garroteros, pues muchos de ellos invierten en combustible para llegar a sus centros de trabajo o deben tomar un taxi, por lo que trasladarse para estar solamente dos horas en operación también es contraproducente para ellos.
"Antes los antros se abrían a las nueve de la noche y a las 10 ya había gente para entrar, hoy a las 11 de la noche apenas va entrando la primera persona", dijo en entrevista.