La tragedia abrió la oportunidad para dialogar sobre soluciones integrales que requieren de la participación de ciudadanos, organismos civiles, empresariales y autoridades, y forzosamente pasan por una perspectiva de género, que permita visibilizar a las mujeres como las más vulnerables.
La visión en conjunto debe partir del hecho de que todo accidente es prevenible y de que en otros países existen prácticas de éxito que han permitido reducir la siniestralidad y mortalidad.
Las regulaciones más avanzadas consideran que, en general, los nuevos motociclistas aprenden después de comprar el vehículo y una vez que empiezan a circular.
Países como Australia parten de que los motoristas novatos carecen de una percepción amplia de los riesgos y de pericia, por lo que exigen cursos de capacitación previos a la obtención de la licencia.
Chile, España o Reino Unido tienen estrictos controles en la expedición del documento. Estados Unidos emplea un sistema gradual: el tamaño de moto permitida para conducir crece conforme a la experiencia del motorista.
En la Ciudad de México comenzó a expedirse la licencia para conducir motocicleta, que requiere de un examen de pericia y conocimiento teórico. La Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, incluso consideró que, de ser necesario, podrían entablar diálogo para promover la práctica a nivel nacional.
Contar con reglas y respetarlas es fundamental, para eso están. También es central hacerlas cumplir, establecer puntos de alcoholemia en las carreteras o controles de velocidad con operativos de los llamados “carrusel".
La búsqueda de medidas y soluciones debe ser integral para frenar esa carrera que hoy causa muertes y daños permanentes.
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Notas del editor:
El autor es Presidente del Consejo Ciudadano para la Seguridad y la Justicia de la Ciudad de México ( @elconsejomx ).
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