¿Por dónde tendría que comenzar una reforma a las instituciones del país para desmontar ese sistema que favorece la extorsión?
Lo más importante en este caso es tener un incentivo para que las autoridades protejan los derechos de propiedad y, por lo tanto, la reforma al impuesto predial. El impuesto predial bien cobrado tiene ventajas importantes. Una de ellas es que incentiva al presidente municipal y al gobernador a proteger la propiedad, porque es su base gravable y su fuente de recursos. Además, una buena recaudación del predial permite a los municipios y a los estados tener la suficiente capacidad institucional para aplicar la ley, tener las calles limpias y que haya luz. Entonces, se crea un círculo virtuoso, porque el éxito eleva el valor de los predios y la elevación del valor de los predios eleva el predial.
La otra medida es lo que propuso el presidente sobre las inspecciones: hacerlas aleatorias, su Ley de Confianza Ciudadana. Eliminar las inspecciones no es necesariamente bueno porque se requiere un cierto número de inspecciones. Lo que necesitas es quitarle al inspector el poder monopólico, que te puedan certificar varias agencias, no nada más una. Uno de los extorsionadores más grandes es Protección Civil: que si no tienes el extintor donde debe estar, etcétera… Se trata de tener multiplicidad de agentes certificadores.
¿Y cómo combatir la impunidad?
Ahí es más complicado porque se requiere reformar el sistema de administración de justicia: policías, Ministerio Público, jueces y cárcel, y lo tienes que hacer con todos los frentes. Ahora, se puede avanzar si creas un ambiente en el que se respeten los derechos de los demás, porque creas un movimiento positivo, a pesar de que no hayas reformado al Poder Judicial. Y si nada más tienes tiempo para reformar un aspecto, yo empezaría por la cárcel, para hacer que las cárceles no funcionen como centros de extorsión.
¿Cree que en el gobierno hay conciencia del problema y voluntad para atacarlo?
Sí y no. El presidente sí reconoce la existencia del problema porque él mandó la iniciativa de Ley de Confianza Ciudadana. Desde ese punto de vista, sí hay conciencia. Desde el punto de vista de que él fue electo con el objetivo de terminar la relación de extorsión entre la clase política y los ciudadanos, también. El problema es que el presidente piensa que el éxito de las empresas es solamente resultado de la corrupción o de la suerte, parece que no le da mucho lugar a los obstáculos que enfrentan, como la extorsión, o a que se puede tener éxito producto del esfuerzo, de la creatividad, de la innovación y de la inversión. Creo que el presidente es sensible a esto, pero su visión de la capacidad de las empresas para poder tener éxito y crecer es limitada.
También le limita la visión el hecho de pensar que neoliberalismo y corrupción son sinónimos. Para que haya menos corrupción se requiere mayor competencia, y la mayor competencia se parece al neoliberalismo”.