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#ColumnaInvitada | 2020: un balance de la seguridad pública en México

El año que termina dejará grandes retos en seguridad para 2021, como fortalecer la estrategia con más inteligencia y corregir el abandono de las policías locales, escribe Ramón Celaya.
mar 29 diciembre 2020 06:25 AM
Guardia Nacional
Guanajuato es una de las entidades más violentas del país.

Está por terminar 2020, año complicado sin duda, debido a la crisis sanitaria provocada por la pandemia de COVID-19; año de la impotencia, año de la rabia contenida por la tristeza de perder a un ser querido víctima de la enfermedad. Estas circunstancias sacaron a flote las debilidades de nuestro sistema de salud y de la economía, y exhibieron aún más lo endeble del sistema de seguridad pública en los tres niveles.

Más allá de las cifras, que obviamente no son nada alentadoras, y del punto de inflexión que por lo menos hace tres meses el gobierno nos ha presumido, al 24 de diciembre tenemos casi 40,000 muertos por homicidio doloso, 10 mujeres asesinadas cada día, casi 860 feminicidios y más de 550,000 robos en todas sus modalidades. Estos números son muy malas noticias para el país.

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Aquí podemos plantearnos varias preguntas. ¿Por qué la estrategia de seguridad no ha funcionado? ¿Por qué todos los días 20 de cada mes el gobierno federal informa que la Guardia Nacional continúa con el despliegue de miles de elementos en el territorio nacional y en las calles nada cambia? ¿Por qué después de 25 años de creado el Sistema Nacional de Seguridad Pública, seguimos con abandono y falta de rumbo para las policías estatales y municipales? Pues justamente porque hay de todo, menos una estrategia clara, ordenada y eficaz.

Creo que deberíamos volver al inicio y trabajar en tres ejes de manera paralela: 1) Desarrollo institucional, 2) Combate a la delincuencia y 3) Participación ciudadana. Veamos: el gobierno actual propuso la creación de un Modelo Nacional de Policía y Justicia Cívica, fue incluso votado por todos los gobernadores en el Consejo Nacional de Seguridad Pública; este modelo no es otra cosa más que el fortalecimiento de las policías locales, su profesionalización, registro, mejora salarial, capacidades institucionales para operación, inteligencia, coordinación, etcétera, y de eso nada hemos visto, lo único en lo que se ha avanzado es en el registro de la Cédula Única de Identificación Policial (CUP).

Las policías locales no han sido fortalecidas, los elementos siguen teniendo salarios que deberían avergonzarnos y no se conoce un plan adecuado para su profesionalización. El principal instrumento de la Federación es la Guardia Nacional, la cual basa su estrategia principal en el despliegue masivo de sus unidades en las 266 regiones en las que fue dividido el país, con el inconveniente de que dicho despliegue no obedece a una estrategia focalizada, ni al “modelo de policía orientado a la solución de problemas”.

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Tampoco ha podido ser consolidado el sentido de pertenencia de los elementos de la Guardia Nacional, por dos razones básicas: la primera, los más de 70,000 guardias son militares en activo a los que difícilmente les cambiará la mentalidad militar a una policiaca, por lo que al no sentirse policías, no se está en camino de construir una institución de largo plazo con ideología propia; la segunda, son los policías de la antigua División de Seguridad Regional (antigua Policía de Caminos), que no se sienten parte de la Guardia Nacional, aunado a los constantes actos de corrupción que todos los días se reportan en redes sociales: quejas de ciudadanos, choferes, transportistas extorsionados; entonces, si la corrupción está perfectamente localizada, ¿por qué los mandos de la Guardia Nacional no terminan de tajo con el problema en esta área?

El combate a la delincuencia debe reorientarse con base en acciones de inteligencia: mapear el delito por estado, municipio, colonia, calle, avenida, delito y hora; solo de esta manera se podrá realizar un despliegue efectivo, con objetivos claros y específicos, aplicando el modelo de policía de proximidad.

En cuanto a la participación ciudadana, no existe el mejor panorama, hemos visto cómo cada día se descalifica a las organizaciones de la sociedad civil; su papel en el acompañamiento y la supervisión de las acciones de la autoridad está cada vez más acotado, hacen lo que pueden y con los pocos recursos que tienen. La autoridad parece haber olvidado que la reconstrucción del tejido social solo es posible con el apoyo de la ciudadanía, con el trabajo de la mano de la sociedad, a través de todos sus sectores. Solo de esta manera la construcción de la paz dejará de ser un título de un grupo que se reúne todos los días, para convertirse en una realidad a la que debería reincorporarse urgentemente la sociedad.

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Es sabido que la Guardia Nacional no fue concebida como una Policía Nacional, como la de Colombia o Guatemala o los Carabineros de Chile, pensados para cubrir la totalidad de las necesidades de policías locales; esta variable es el principal fallo de la Guardia Nacional de México, diseñada para actuar como una Policía Federal subsidiaria de las policías locales. Si la máxima reza que “la seguridad se construye desde lo local”, haber apostado por el abandono de las policías locales ha sido el más grave error de la Federación.

Los retos para 2021 son mayúsculos. Durante el proceso electoral se elegirán diputados federales, 30 congresos locales y 1,850 ayuntamientos, por lo que empezaremos a escuchar falsas promesas de cambio y mejora en materia de seguridad. El reto será que los próximos legisladores por fin piensen que es hora de establecer a nivel constitucional la carrera policial y darle obligatoriedad al Modelo Nacional de Policía y Justicia Cívica, y partir de un sueldo base para las policías estatales y municipales a nivel nacional. La dignificación y el combate a la corrupción empiezan por garantizar una vida digna de quienes nos cuidan.

No hay que olvidar que, con la desaparición del Fortaseg en el Presupuesto de Egresos de la Federación para 2021, los municipios tendrán aún más pretextos para no fortalecer a sus elementos policiales; también debemos prohibir la reinvención cada tres años de la seguridad pública municipal, garantizar que la Guardia Nacional sea más que un despliegue, que se establezcan sus procedimientos de actuación y objetivos, y la obligación de aplicar y respetar la Ley Nacional de Uso de la Fuerza, estableciendo indicadores y metas para la evaluación de resultados y, finalmente, lograr la creación de un órgano ciudadano de supervisión civil de la policía, ajeno a los partidos e intereses políticos, que nos ayude en consolidar a la Guardia Nacional como un auténtico cuerpo civil de policía.

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Nota del editor: El autor ha laborado en dependencias de la administración pública: Secretaría de la Defensa Nacional, Centro de Investigación y Seguridad Nacional y Policía Federal. Es maestro en Ciencias Penales, profesor universitario, especialista en inteligencia y procesos de seguridad. Licenciado en Derecho, expositor y capacitador de diversos destacados diplomados en Juicios Orales, Mercadotecnia Política, entre otros. Actualmente se desempeña en el sector privado, como socio consultor en consultoría CMC Análisis e Inteligencia Empresarial, empresa enfocada en la realización de auditorías y diagnósticos en seguridad, capacitación a cuerpos policiacos, diseño de equipos de seguridad patrimonial, investigaciones, entre otras.

Twiter: @RCelayaG

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Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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