El pasado martes 17 de noviembre, se cumplió oficialmente un año de que el mundo registró por primera vez un caso de COVID-19, en la provincia de Wuhan, China. Al día de hoy, únicamente en México se han reportado más de 1 millón de personas contagiadas y se ha superado el trágico hito de los 100,000 muertos, cifras que reflejan claramente el fracaso rotundo de la política de prevención y contención de la pandemia por parte del gobierno mexicano.
A pesar de las dramáticas cifras, la respuesta por parte del gobierno ha sido la misma desde los brotes iniciales: restar importancia a los contagios, normalizar la tragedia al asegurar que “las personas que fallecieron fallecieron”, culpabilizar a las refresqueras y al sedentarismo, y contar con un subsecretario de Salud que arremete reiteradamente contra los medios de comunicación al increpar y cuestionar las motivaciones de quienes reportan las muertes y ponen en duda los métodos oficiales.