Al momento de redactar este texto consulto las páginas del Conacyt y la Secretaría de Salud . Y en ambas encuentro cinco variables que suman los casos: totales, confirmados, negativos, sospechosos y defunciones. Además, en ambas páginas se despliegan gráficas por “número de casos”: por rangos de edad, sexo, tipos de paciente (hospitalizados o ambulatorios), por entidad de residencia y semana epidemiológica. Si esa manera de comunicar la epidemia le parece tan reprobable al doctor pues "confunde a la audiencia”, ¿por qué se comunica así en las fuentes oficiales y en sus conferencias?
La respuesta, me temo, es que López Gatell está muy desencajado. Su labor, de por sí, no era nada fácil. Desde marzo tenía toda la fisonomía de ser una misión imposible y ya daba señales de un acelerado deterioro .
Con todo, tampoco fue un buen administrador de su propio desgaste y hoy su imagen está francamente descompuesta. No es la del especialista a cargo, la del científico de la nación en tiempos de crisis; tampoco es la de un vocero gubernamental con aplomo, la del funcionario empático que brinda tranquilidad ante la incertidumbre; es, apenas, la de otro cancerbero político de López Obrador, la de un subordinado más leal al presidente que a su deber profesional.