De acuerdo con Bloomberg, los países liderados por mujeres tales como como Ángela Merkel, en Alemania, y Jacinda Ardern, en Nueva Zelanda, han logrado un mejor manejo de la crisis por COVID-19, teniendo un menor número de personas fallecidas a causa de la pandemia. [1]
Esto, principalmente, basado en una forma de liderar de estas mujeres que implicó: tomar las decisiones difíciles con anticipación, tener como prioridad la vida de las personas y por un estilo mucho más democrático basado en la empatía de los otros para la toma de sus decisiones.
Adicionalmente, la experiencia ha demostrado que la presencia femenina en cargos de poder es el primer gran paso para restructurar la configuracion social hacia una real equidad de género, esto siempre y cuando, las mujeres que lleguen a detentar cargos de decisión tengan, efectivamente, autonomía que les permita modificar estructuras.
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A contrario sensu, ¿qué pasa cuando las mujeres que ocupan lugares de liderazgo no tienen la posibilidad de desempeñarse a través de las capacidades y características del género femenino? En resumen, tenemos mujeres actuando como hombres, y el efecto principal de esto es que se nulifica el efecto de tener una mujer en ese cargo, pues la mujer desempeña su cargo desde una perspectiva patriarcal, perpetuando así el sometimiento de las mujeres a estructuras ajenas a su naturaleza.
Ejemplo de esto nos lo ha mostrado Pixar en su cortometraje “Purl” , en donde logra reflejan la mimetización que por lo general llevan a cabo las mujeres de los hombres en la dimensión laboral.