Nos encontramos en la antesala de un proceso electoral, y los recientes videos y audios dados a conocer sobre distintos actos altamente cuestionables respecto del financiamiento de campañas, están siendo utilizados para profundizar la -ya de por sí preocupante- polarización política del país.
La ley electoral debe replantearse en términos reales y no sólo de ideales, el cómo regular el gasto en las campañas; esto, sobre una base de certeza en el costo de las mismas, pues son tan dispares las cifras autorizadas en contraste con las realmente ejercidas por los partidos competitivos, que inercialmente impulsan a candidatos y partidos a entrar en una ficción jurídica sobre el gasto supuesto vs. el gasto real; por tanto, rebasar los límites establecidos, no es el único problema, sino que, cruzada la frontera de la ilegalidad, ésta se amplía hasta condiciones peligrosas como lo es el financiamiento de parte de grupos del crimen organizado.