Otra de las polémicas leyendas que se quedarán para la posterioridad fue decir que mantiene una buena relación con los partidos políticos y con los gobernadores, sin embargo, la realidad es que los gobernantes de oposición han denunciado incluso “desprecio” por parte del presidente, a tal grado de que han amagado con desaparecer la Conago.
En un pequeño momento, agridulce para el público presente, llamó “arrogantes”, tanto al fiscal general, como al presidente de la Suprema Corte de Justicia.
Seamos realistas, seguramente los funcionarios mencionados, ¡claro que querían estar ahí! El presidente no.
Él quería mandar un mensaje: “Se está despedazando la figura presidencial de antes”. Una farsa del tamaño de la fortuna de su súper invitado, el millonario Carlos Bremer.
El cayado del pastor
Algunos de sus adversarios, rompen sus vestiduras y reclaman que AMLO no haya sido reflexivo o autocrítico. ¡Eso no haría el estratega político! Mucho menos, a unos cuantos días de que comience formalmente el periodo electoral rumbo a la elección más grande de las historia, con más de 21 mil puestos públicos, que se votarán el 6 de junio del 2021.
AMLO en su estrategia tiene que lucir victorioso y exitoso; levantar la cabeza, mostrar fuerza y poder. El presidente no puede ser fatalista, no debe mencionar que han atajado terriblemente el tema del COVID-19 o que cada día su aceptación decrece. Él debe hablarle a sus votantes y rescatar la mayor cantidad posible de ellos, para que su partido tenga un triunfo colosal.
Porque al presidente no le importa informar a sus adversarios, al parecer está convencido que no cambiará el pensamiento de alguien que le haya sido contrario en el pasado o en el presente.