La idea de abrir una tienda de descuento como esta la trajo Jerónimo Arango, de Nueva York, en donde la gente hacía colas para entrar a comprar. Por lo que pensó, que si en EUA esta innovación en el comercio al detalle se consideraba una revolución, en México, tenía que ser una súper revolución y lo fue.
Las ventas en el primer año de operaciones fueron de 4 millones de pesos y con la apertura de su primer centro comercial, el de Avenida universidad en 1960, la cifra saltó a 170 millones.
Así pues, los hermanos Arango protagonizaron el cambio del antiguo sistema de vitrinas y ventas atendidas por dependientes tras el mostrador en negocios especializados por productos, a la venta de las más variadas mercancías bajo un mismo techo, con pago único en línea de cajas a la salida de los establecimientos.
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Antes de iniciar su negocio, un grupo de consultores le hizo un estudio y el resultado no fue favorable. ¿La razón? Porque según los hábitos de consumo de los mexicanos, los hombres no aceptarían empujar carritos, las señoras no comprarían ropa revuelta con verduras y sería preciso dar crédito, un paso difícil en esa etapa inicial cuando se necesitaba pago al contado para poder operar.
Entre 1960 y 1963 dieron dos grandes pasos: la apertura en México de los primeros centros comerciales con la gran extensión y características de los más modernos sistemas de autoservicio de la época en los Estados Unidos. Es decir, el de avenida Universidad y el de Lomas de Sotelo. Bueno, fue tal el éxito que 10 días después de la apertura de Aurrera de Universidad, el 24 de diciembre, la empresa publicó en los periódicos:
“Aurrera Universidad comunica a su apreciable clientela que debido a la gran demanda de mercancía por parte del público se ve en la imperiosa necesidad de cerrar el lunes 26 de diciembre, con el objeto de poder resurtir el almacén y así continuar ofreciendo a partir del martes 27 todo los que nuestra clientela desea comprar” ¡Quíuboles!