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El presidente “no entiende que no entiende”

Las últimas semanas han evidenciado la profunda incapacidad del presidente de enfrentar crisis reales de su gobierno, tanto internas como externas; además de las incongruencias entre decir y actuar.
lun 30 marzo 2020 06:45 AM
Don Porfirio Salinas
Don Porfirio Salinas

La famosa frase de este título fue acuñada por un importante medio internacional para el presidente Peña a dos años de su gobierno, en medio de los grandes escándalos del sexenio, mientras él permanecía fuera de realidad diciendo que todo iba bien. Ya vimos cómo terminó su sexenio.

Ese mismo medio en aquel momento vaticinó que el principal beneficiado de los errores de Peña sería el hoy presidente López Obrador. Quién iba pensar que, cinco años después, esa misma frase describiría a la perfección al propio presidente López Obrador, a sólo un año y medio de gobierno.

Las últimas semanas han evidenciado claramente, no sólo la profunda incapacidad del presidente de enfrentar crisis reales de su gobierno, tanto internas como externas; sino las graves incongruencias entre su decir y su actuar.

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Hoy, el presidente se encuentra rebasado y lo sabe. No comprende que lo que hoy sucede nada tiene que ver con una campaña en su contra. No fue así con los movimientos feministas, y mucho menos es así con la terrible pandemia que hoy afecta a todo el mundo.

A sus ojos todo es un complot. En entendible que ante estas crisis, y sabiéndose sobrepasado por la realidad, decida refugiarse en sus lugares comunes, tal vez frustrado por no saber qué hacer ni qué decir. Sus ideas obsoletas de una realidad que ya no existe no le alcanzan para esta realidad.

Por eso se mantiene en lo único que conoce: la demagogia, el populismo, la denostación, y culpando a otros, sobre todo a los que tacha de neoliberales conservadores, de los problemas que él mismo está provocando con su inacción y sus errores. Está dinamitando la economía.

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Mientras tanto, México se va perfilando más y más a una gran crisis económica, que invariablemente detonará un profundo problema social de magnitudes incluso mayores al que se logró posponer con su victoria en 2018. Y será él y sólo él quien agravó ese problema social.

El presidente dice siempre que primero los pobres. Y tiene razón. Pero sus acciones ante la actual contingencia sanitaria y sus implicaciones económicas, son contrarias a esa noble filosofía.

Lejos de tomar medidas urgentes de carácter económico para transitar los difíciles momentos que estamos viviendo, y que ya están teniendo costos irreversibles, se dedica a denostar a los actores económicos y a gritar a los cuatro vientos que no habrá rescates porque son neoliberales.

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Lo que no entiende el presidente es que esta crisis de salud pública tendrá un impacto mucho mayor en la economía de los mexicanos, empezando por los más pobres, que en la propia salud.

Lo que no entiende es que si no actúa ya para amortiguar los efectos económicos, y sentar las bases para una reactivación rápida, serán las familias de menores ingresos las más afectadas.

No se trata de prebendas ni de canonjías ni de privilegios, como lo dice él. Se trata de establecer los apoyos necesarios para asegurar que la menor cantidad posible de mexicanos se quede sin empleo.

En un pensamiento rupestre, obsoleto e ideologizado de buenos contra malos, prefiere satanizar a sus “enemigos”, que ver la manera de realmente ayudar a la población.

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La mayoría de países ha tomado decisiones económicas urgentes y contundentes. Y la mayoría de ellas van encaminadas a apoyar a sus empresas, todas, desde las micro y pequeñas hasta las medianas y grandes. Y no es regalando recursos, sino manteniendo la actividad económica.

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Desde el sector privado mexicano no se ha pedido mucho. Se han solicitado prórrogas, estímulos, incentivos. No se ha pedido algo regalado. Lo único que buscan es que sea la menor cantidad de empresas posible las que tengan que cerrar temporal o definitivamente sus puertas.

¿De dónde cree que van a salir los empleos necesarios para paliar la terrible crisis a la que vamos, en buena medida empeorada por sus terribles decisiones que han ahuyentado la inversión?

Si las empresas no tienen ingresos, si no cuentan con liquidez, no podrán seguir sus actividades, y por lo tanto no se mantendrán los empleos. Esto repercutirá en una obvia falta de dinero para consumir y para mantener a flote la economía del país.

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Ante la crisis sanitaria, el presidente ha recalcado que su atención debe ser llevada por los científicos, por los expertos, no por los políticos que hacen todo peor. Se le olvida que él es político.

Entonces, ¿por qué no dejar las decisiones económicas a los expertos? Su propio secretario de Hacienda tiene claro lo que se tiene que hacer. Pero a él no lo dejan actuar.

¿Por qué entonces las decisiones económicas durante este año y medio las ha tomado en contra de los expertos? El aeropuerto, el tren maya, la refinería, el etiquetado de alimentos y, por supuesto, los terribles golpes a la inversión con la consulta de Mexicali, y las decisiones anacrónicas en energía.

El presidente dice tener protección de sus escapularios, de su “Detente”. Pues “Detente” es lo que hoy le pedimos al presidente. Sí, “detente” a pensar, “detente” a analizar, “detente” a entender.

Pero sobre todo, presidente, detenga ya esa demagogia, esa paranoia, esa polarización a la que tanto recurre cuando sabe que no es capaz de enfrentar un problema.

Demuestre que le interesan los más desprotegidos, que es capaz de olvidar sus rencores y que no sólo le importa su imagen de mesías salvador. Un gobierno que no apoya a las empresas en esta crisis para mantener empleos, es uno al que no le importan sus gobernados. Así de sencillo.

Demuestre que su gran capacidad de comunicación no es sólo para hacer campaña. Hable de frente al pueblo y explique bien la crisis, y las medidas que se requieren. De tranquilidad y certidumbre a sus gobernados, a inversionistas y mercados. Genere unidad y cohesión, compórtese a la altura.

En los momentos más difíciles, en los tiempos de crisis, es cuando más se necesita liderazgo firme de los gobernantes. Es cuando se sabe si el gobernante es líder o no. Hoy, está reprobando la prueba del liderazgo.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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