Lejos de reconocer el problema real que hoy atravesamos, y evidentemente desconocedor del escenario global, prefirió decir que tenemos “condiciones inmejorables para el crecimiento”. Como si los mercados recibieran sus discursos demagógicos igual que su base social.
Como cereza en el pastel, ante una pandemia que hoy nos amenaza, decide dejar al mando a un subsecretario conocido por sus errores en la pandemia de 2009, y más conocido aún por sus posturas anacrónicas radicales contra cualquier actividad económica.
Es claro que hoy el presidente, que no líder, sabe que está rebasado. Lo preocupante es que, en su desesperación, se está enconchando en lugar de hacer un alto en el camino y evaluar qué decisiones contundentes tomar para corregir el rumbo.
Su desesperación ha sido más que visible por ejemplo con las marchas feministas, así como en las declaraciones vagas y utópicas que ha hecho sobre el coronavirus y los mercados internacionales. De manera regular, su argumento único ahora es que los conservadores están en su contra.
Pero presidente, a más de un año de su gobierno, ni el estancamiento de la economía, ni la crisis de feminicidios, ni el coronavirus, ni la devaluación del peso, ni la baja de inversiones son estrategias neoliberales conservadores. Son consecuencias de las malas decisiones de la 4T.
Lo que más se le ha reconocido al presidente es su gran capacidad para comunicar, y su gran habilidad para entender los problemas sociales. Hoy, ambas, están en una crisis tan profunda como todas las que nos están aquejando en este momento.
El presidente está perdiendo el piso. Está saliendo de sus casillas. Eso es muy peligroso. Más cuando su zona de confort es el discurso activista y reaccionario, contrario a un jefe de Estado.
Muchos de quienes le dimos el beneficio de la duda en 2018, si bien sabíamos que no sería un gran presidente, sí esperábamos al menos actitudes y respuestas distintas. A año y medio de gobierno, parece cada día más lejano el tener un Ejecutivo Federal a la altura de la realidad actual el país.
Presidente, por favor, recapacite. No se trata de lucha de clases. Se trata del país. Es urgente que como jefe de Estado de tranquilidad y certidumbre a la población a través de un gobierno responsable que tome medidas y demuestre que tiene el control.
En las crisis se conoce a los verdaderos líderes. Aún está a tiempo de estar en esa categoría.