Aunque el efecto en los sondeos no fue inmediato, Bush comenzó un descenso en las encuestas de popularidad que lo llevó cerca del 30% de aprobación rumbo al final de sus ocho años de gobierno.
Ese mismo riesgo enfrentan hoy varios gobiernos del mundo, empezando por el de Estados Unidos. Donald Trump ha insistido en que la epidemia del coronavirus (COVID-19) está controlada en su país, pero el miedo no anda en burro. Apenas ayer, Trump nombró responsable directo de la respuesta de la Casa Blanca a la amenaza por el virus al vicepresidente Mike Pence. Es una apuesta arriesgada. Pence tiene poca experiencia en estas lides, y si la epidemia del virus explota, Trump podría tener enfrente una crisis de credibilidad mucho peor que la de Bush.
Recomendamos: Juan Ramón de la Fuente alerta por “inminente pandemia” de coronavirus
Que el coronavirus afecta directamente a la economía global tampoco ayuda. Así, no es imposible un escenario en el que la respuesta del gobierno estadounidense al coronavirus se convierta en una variable central en la resolución del proceso electoral de noviembre de este año. Pero Trump no es, ni de lejos, el único presidente que enfrenta un desafío – y un riesgo – conforme se desarrolle la epidemia. México no está exento.