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#ZonaLibre | ¿A quién le importa la masacre?

En México, sigue siendo un tabú hablar de los desordenes mentales; sin embargo, cada día la ciencia ha dado cuenta de que son más comunes de lo que algún día imaginamos, asegura Caleb Ordóñez.
mié 15 enero 2020 06:30 AM
ataque torreón
El ataque se registró cerca de las 8:35 de la mañana en el Colegio Cervantes.

El tímido José Ángel levantó la mano, pidió permiso a su maestra para ir al baño. Ella accedió. El pequeño estudiante de sexto de primaria regresaría luego de más de 15 minutos al salón de clases con otra vestimenta, visiblemente trastornado y con dos armas en sus manos. Según relatan sus compañeros, José gritaba “hoy será el día” y otras palabras que no pudieron escuchar claramente, mientras se generaba el caos y pánico. Primero, disparó contra su maestra María Assaf Medina, quien le suplicó que se detuviera e incluso intentó acercarse para impedirle atacar a otros alumnos; las dos balas que atravesaron su cuerpo no pudieron ayudar en mucho, una en el tórax, otra en el cráneo, la que hizo desvanecerse frente a su salón de clases.

El infante asesino hirió a otros cinco compañeros. Luego, un pequeño silencio y un último disparo, José Ángel se suicidaba y la terrible historia de horror llegaba a su final.

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Otra vez la desgracia

Ese pasado 10 de enero, la masacre ocurrida en el Colegio Cervantes de la ciudad de Torreón, Coahuila, estremecía una vez más a todo el país; una vez más se ardía la herida que nunca ha cerrado en un país que parece estar condenado a la violencia, la sangre y la zozobra eterna.

De José Ángel se sabe que sufrió muy pequeño la muerte de su madre, que no hay rastro de la presencia paterna en su vida, que era un niño respetuoso de sus abuelos con quienes vivía. Era un niño sobresaliente en sus calificaciones y no había tenido problemas de conducta con sus maestros o sus compañeros. Sabemos que un día se levantó con dos armas que él no compró, pero pudo adquirir al tenerlas en casa. Que la situación en su mente no estaba clarificada, que su plan propagó un infierno que tuvo como fatídica consecuencia la muerte de su maestra y la de su propia existencia.

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Luego de esta terrible situación, las endebles palabras del gobernador de Coahuila, Miguel Riquelme Solís, atribuían la actitud de José a un videojuego llamado Natural Selection, un juego de ciencia ficción y estrategia que tiene la finalidad de ser parte de un equipo que aniquile a sus contrarios, todo esto en tiempo real (conectado a la red de internet).

El que Riquelme haya asociado la masacre con un videojuego va mucho más allá de la ignorancia, tiene que ver con una actitud gubernamental que está clavada en lo más hondo de la cultura mexicana: la indolencia sobre la salud mental de sus gobernados.

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México es considerado el segundo país del mundo con más discriminación hacia las personas con enfermedades mentales. Sigue siendo un tabú hablar de los desórdenes que tenemos en nuestro cerebro; sin embargo, cada día la ciencia ha dado cuenta de que son más comunes de lo que algún día imaginamos.

La realidad es que somos millones de seres humanos con cerebros imperfectos, que tenemos distintas realidades dentro del búnker craneal, que todo lo que está arriba, en esa zona gelatinosa y blancoide genera quienes somos; nuestros logros, pero también nuestras carencias, debilidades, complejos, temores, traumas, actitudes y el daño que podemos provocar a otros.

En México, la psiquiatría existe en su mayoría solo en tres ciudades de la República: la Ciudad de México, Monterrey y Guadalajara, pues seis de cada 10 especialistas trabajan en esas urbes. Mientras que en la gran mayoría del país existe al menos una clínica psiquiátrica en los estados, algunos de ellos están privados de esa posibilidad, tales como Zacatecas, Nayarit, Colima, Guerrero, Tlaxcala, Morelos y Quintana Roo.

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Entre la desgracia y la negligencia

La salud mental es aún un estigma, una tarea que ningún gobierno, ya sea municipal, estatal o federal ha querido levantar como bandera. Una verdadera pena, pues el costo de una consulta psiquiátrica privada en México promedia entre los 500 y los 1.500 pesos, imposible para los más de 63 millones de pobres en el país. No se diga los medicamentos que pueden ir entre 6,000 y 40,000 pesos, según sea el problema que se radica en un cerebro que no tiene la suficiencia para salir adelante por si mismo, que no puede vencer la ansiedad, la depresión o las constantes llamadas a la muerte y al suicidio.

El gobierno mexicano ha destinado apenas el 1.8% de su presupuesto anual en salud a los problemas psiquiátricos, apenas 2,600 millones de pesos, de los cuales más del 80% se destinará al pago de nóminas y mantenimiento de los pocos centros de salud que atienden estos flagelos. Apenas el 20% restante se invierten en los pacientes y la investigación.

Se estima que uno de cada tres mexicanos sufren de algún trastorno mental en el país, pero esos números no tienen una base tan comprobable ya que la última Encuesta Nacional de Epidemiología Psiquiátrica fue realizada en 2003 y desde entonces no ha existido presupuesto suficiente para realizar otra, ¡Casi 13 años sin información!

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Pareciera que a nadie le interesa saber la condición en la que se encuentran las millones de mentes en el país. Sin embargo, diariamente nos enteramos de nuevos eventos violentos como violaciones, feminicidios, ejecuciones, parricidios y un sinfín de escalofriantes historias sin que existan estrategias profesionales tanto de gobierno o de la sociedad civil para promover un verdadero análisis de las conductas violentas perpetradas por cerebros imperfectos, siempre será más fácil culpar a un videojuego, al narco o a la prostitución, o a lo que sea, mientras no se enfrente el problema desde la raíz, porque ¿quién se atrevería a representar una lucha que a nadie le interesa?

Y es que la salud mental es una bomba de tiempo, el incremento del suicidio entre 2006 y 2019 supera el 50%. Cada dos horas un mexicano menor de 29 años se quita la vida, es ya la segunda causa de muerte entre los jóvenes, pero ¿a quién le importa?

Se estima que en este 2020, la depresión será la primer causa de discapacidad en el país. Los especialistas concuerdan que no solo basta con darle más presupuesto dar más recursos al sector, sino en fortalecer los primeros niveles de atención y la prevención, integrar la Psiquiatría al sistema general de Salud y acabar con la desinformación y los prejuicios que aún permean en la sociedad mexicana.

Que en cada núcleo familiar el tema deje de ser un tabú, que desde la primaria se hable con claridad de cómo funciona nuestro cerebro y las fallas que podemos tener. Además de dejar de seguir pensando que los temas del alma y los sentimientos deben de ser atendidos por la religión o la brujería, necesitamos atender el llamado de conocernos más por dentro, de forma profesional.

Si lo ocurrido en Torreón nos puede estremecer y abrir un poco los ojos, quizá es un grito desesperado de auxilio en un país que se desdibuja en la apatía, la ignorancia y el egoísmo.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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