Por otro lado, la Guardia Nacional está lejos de ser la institución anhelada para pacificar el país y –de nuevo– los incipientes recursos destinados a esta no permiten que se pueda consolidar con rapidez.
Pocas acciones aisladas podrían ser consideradas como positivas: la presentación del nuevo informe policial homologado, la propuesta de combate a las armas de fuego que se comercian ilegalmente, ninguna de ellas particularmente novedosa, y ninguna de ellas específicamente capaz de disminuir el número de delitos que ocurren.
Mientras que el país llega a los mayores niveles de violencia, el gobierno federal insiste que vamos en el camino indicado. Insiste en presentar estadísticas sesgadas y análisis a modo.
Los datos muestran una crisis sin precedentes pese a que hay evidencia de un deterioro en la solidez de los datos de incidencia delictiva: Baja California, Puebla, Veracruz y Tabasco son las entidades donde hay mayor evidencia de maquillaje de cifras.
Cierra un año terrible que hace suponer que 2020 será tan malo como este.
Urge que el gobierno federal dialogue en vez de derrochar demagogia, que admita el fracaso de este primer año para redefinir un rumbo, cambie titulares del área de seguridad, destine los recursos necesarios para desarrollar instituciones sólidas y capaces de disminuir los delitos si de verdad quieren pacificar al país porque con mañaneras y reuniones matutinas autocelebrativas el país no mejora.
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