Pese a esto hay aún quienes se oponen al reconocimiento de nuestros derechos, persiguiendo a las mujeres, incluso con normas que las condenan, lejos de protegerlas. Estas posturas están principalmente respaldadas por líderes religiosos que no respetan la moral privada, la ética, la conciencia individual y la frontera de nuestros cuerpos. Este es otro pendiente del Estado para garantizar el acceso a la salud, particularmente el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos de todas: mantener su laicidad en todas las políticas públicas, de modo que no pongan en riesgo la libertad y las reivindicaciones de las mujeres.
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La promoción y defensa de los derechos de las mujeres, niñas y adolescentes pasa por combatir todo tipo de violencias, impulsar y aplaudir cambios y, a la par, continuar recordando al Estado que falta y vamos por más: que los derechos de las mujeres ya no se encuentren limitados a lo prescrito en el texto constitucional, sino que también incluye a todos aquellos derechos que figuran en los tratados internacionales ratificados por el Estado mexicano.
Por eso y porque los derechos humanos no son de progresistas ni de conservadores, son DERECHOS, es imperativo que en todo el país todas las mujeres podamos vivir una vida libre de violencias, lo que incluye la eliminación de las violencias del Estado muchas veces omiso, negligente o complaciente ante un sistema patriarcal que pasa por encima de los derechos humanos omitiendo el principio de democracia, pro persona y de progresividad.
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Nota del editor: la autora es Directora general de la Red Nacional de Refugios A.C. Un espacio compuesto por más de 60 organizaciones de defensa de los derechos de las mujeres.
Las opiniones de este artículo son responsabilidad única de la autora.