Claudia Sheinbaum está teniendo que habérselas con una de las fuerzas más poderosas que llevaron a la coalición lopezobradorista de la oposición al poder. No es la fuerza de los hechos en sí mismos, tampoco la de las cifras que los cuantifican. Es, más bien, la súbita fuerza de una aguda toma de conciencia sobre lo inaceptables que resultan, que deben resultarnos, esos hechos y esas cifras. En este caso particular, sobre la violencia contra las mujeres y la negligencia al respecto de las autoridades en la Ciudad de México y su zona metropolitana.
De la multitud de tanteos que se han ensayado en los últimos días para tratar de entender el sentido de la protesta del viernes pasado, de todo lo que se ha dicho y escrito intentando explorar su potencia política, pocas cosas más agudas y contundentes que esto de Cuauhtémoc Medina : “la llamada izquierda llega al poder por gracia de la furia. Luego le da por desdeñar esa furia original y espera amor al líder y cariño a la policía. El giro es una tragicomedia sartreana que perpetúa la injusticia y derivará en más furia”.