Van cuatro aspectos que considero claves:
1. Una de las jugadoras más importantes de este gobierno es Rocío Nahle. Su narrativa es poderosa, y le hace eco AMLO, porque nadie ha creado un contrafactual creíble a la propuesta de Nahle. Algo creíble para los ojos de AMLO. El contrafactual que AMLO necesita, no son datos actuales ni de calificadoras extranjeras, sino históricos. Esto es así porque AMLO no cree en los datos (los cuales tilda de tecnocráticos) pero sí reconoce la historia.
Herrera pudiera rodearse de un equipo de historiadores económicos reconocidos que presenten las condiciones domésticas e internacionales que permitieron el boom petrolero del milagro mexicano, la forma en las condiciones ya no son replicables y, aún más importante y crítico, la forma en la que dicho modelo de crecimiento no ayudó a los más pobres sino a las clases medias y altas. Revisiones históricas recientes han mostrado cómo la distribución del ingreso en el decil más bajo no mejoró durante la bonanza petrolera del milagro mexicano. No hubo milagro para los pobres.
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2. Detener el gasto de gobierno no reduce la corrupción, sino que la fomenta. De acuerdo a los reportes de finanzas públicas presentados cada mes por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público ante el Congreso, el gasto público de este sexenio está tan detenido como lo estuvo el gasto en los primeros cinco meses de gobierno de Peña Nieto. El gasto de gobierno total de enero a mayo de 2013 tuvo un decrecimiento de (-) 5.9% casi la misma figura que con AMLO (-5.8%).
Herrera podría mostrar que la “detención” del gasto no lleva a reducir la corrupción, sino que, por el contrario, la aumenta porque antes de terminar el sexenio se tienen que dar, si o si, contratos. Los contratos rápidos son más susceptibles de ser corruptos pues se hacen sin seguir regulaciones. Las reasignaciones discrecionales del gasto son también más susceptibles de ser corruptas.