OPINIÓN: México elige presidente en una elección ejemplar
Nota del editor: Alfredo Coutiño es director para América Latina en Moody’s Analytics. Lo puedes seguir en Twitter como @AlfredoCoutino. Las opiniones en esta columna son de la exclusiva responsabilidad del autor y de ninguna manera deben ser atribuidas a la institución para la cual trabaja.
(ADNPolítico) — El primero de julio México demostró ser capaz de llevar a cabo una elección ejemplar, con una alta participación ciudadana y con la firme convicción de un cambio que deje atrás la historia, con la expectativa de iniciar una nueva forma de hacer política, de manejar la economía, y de atender las demandas sociales.
El proceso electoral no solo confirmó los resultados de las encuestas de intención del voto, sino también el hecho de que no podían estar equivocadas por un margen de error de 20%, reflejado en gran medida por la diferencia entre las preferencias por el candidato puntero y el segundo corredor en la contienda presidencial. Los resultados preliminares confirman la victoria de Andrés Manuel López Obrador como el nuevo presidente de México para el periodo 20018-2024, obteniendo un 53% de las preferencias electorales.
OPINÓN: López Obrador, ¿la vuelta al pasado o el regreso al futuro?
La victoria de AMLO por una amplio margen (poco más de 20 puntos porcentuales por encima del candidato en segundo lugar) deja constancia de dos cosas: el hartazgo de la mayoría de los mexicanos––sobre todo del ciudadano de a diario, y de la valentía ciudadana por dejar a un lado el estigma cultural de preferir la estabilidad y tenerle miedo al cambio. El voto por un cambio, para bien o para mal, refleja la convicción de los mexicanos de que a través del sufragio se puede lograr una gran diferencia.
nullEl continuo avance de AMLO en las preferencias electorales refleja no solo el deseo de cambio de los mexicanos, sino también la creciente percepción ciudadana de que México necesita una limpia en todos los niveles de gobierno. Los mexicanos dieron un gran ejemplo de participación, de compromiso y patriotismo al salir a emitir su voto, un sufragio que fue pensado con anticipación y que no pudo ser influenciado por las amenazas ni por la manipulación monetaria.
OPINIÓN. Elección México 2018: una lección para la historia
En su primer mensaje como ganador, López Obrador llamó a la reconciliación, a dejar atrás las fricciones partidistas, y convocó a la unidad para llevar al país por el camino del progreso. En materia económica prácticamente refrendó sus promesas de campaña: disciplina fiscal y financiera, respeto a la autonomía monetaria, reducción del gasto corriente ya aumento de la inversión pública, compromiso y respeto para la inversión privada nacional y extranjera.
nullPrometió ejercer un gobierno con apego a la ley e instituciones; respeto a los contratos petroleros, aunque se revisarán para asegurar que hayan sido asignados con transparencia; propone desterrar la corrupción e impunidad como eje del gran cambio prometido; con Estados Unidos plantea una relación de amistad y respeto, pero siempre velando por la defensa de los intereses nacionales.
OPINIÓN: La última alternancia
El tono de su mensaje fue llevar tranquilidad a los mexicanos, a los empresarios, inversionistas y a los mercados. No se produjeron sorpresas que indicaran un cambio radical en el futuro cercano. Esto eleva la probabilidad de que los mercados no entren en turbulencia después de la elección, pero no evita que se mantengan a la expectativa ante cualquier pieza de información que se produzca de parte del presidente electo y de su equipo económico, así como del resultado final de la nueva composición del Congreso.
La gran esperanza para la mayoría de los mexicanos––de los que salen a trabajar muy temprano y regresan a casa a medianoche con algunos pesos en el bolsillo––es que más allá de que cumpla con todas sus promesas de campaña, esperan que AMLO logre encarrilar al país por el camino del progreso y no del retroceso, por la senda del crecimiento pero con bienestar social, y en un clima de paz y justicia para todos y sin privilegios. Ese es el cambio prometido y ese es el cambio demandado.
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