La medición del gasto de bolsillo permite evaluar la capacidad de los sistemas de salud para cubrir las necesidades de la población. Incluye los costos pagados directamente por las familias en consultas médicas, hospitalizaciones, vacunas, fármacos y otros insumos o servicios relacionados con la salud.
Cuando los hogares pagan por su cuenta tratamientos médicos, sobre todo de enfermedades de alto costo, como el cáncer, pueden caer en gastos catastróficos que afectan severamente su economía.
Hace años que el gasto de bolsillo mantiene una proporción elevada en el país. Si se compara la cifra de 2024 respecto a 2016, el incremento fue de 40%. Y si se coteja con 2022, cuando el gasto en salud trimestral fue de 1,487 pesos, el aumento es de 8%.
A decir de Mauricio Rodríguez, titular de la Unidad de Estadísticas Sociodemográficas del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi), el incremento más significativo del gasto en salud pagado por los hogares ocurrió en 2020, con la pandemia de covid-19.
Desde ese año, asegura, se ha mantenido. Tanto en 2022 como el año pasado representó el 3.4% del gasto total de los hogares.
“¿Qué sucede? Sí vemos un cambio, sobre todo ya venía de 2016 con una disminución muy importante por diversos factores. Ahora, lo que estamos viendo es este reacomodo de los gastos, en el cual, si revisamos el monto, el monto no ha variado mucho. Sí hubo una caída, claramente, en 2018, y el gran salto lo dio en el 2020 y de ahí se ha mantenido en realidad”, afirmó.