De 2020 a 2022, la proporción de niños, niñas y adolescentes en situación de pobreza disminuyó 6.8 puntos porcentuales, al pasar de 52.6% a 45.8%. Se trata del porcentaje de pobreza infantil y adolescente más bajo registrado desde 2008, reporta el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
Pese a la reducción, la incidencia de pobreza en esta es mayor que en la adulta: uno de cada dos menores vive en pobreza, frente a tres de cada 10 mayores de 18 años.
De acuerdo con el informe Pobreza Infantil y Adolescente en México 2022, elaborado en conjunto con Unicef, los programas sociales del gobierno federal, como las becas y la pensión para personas con discapacidad, contribuyeron a contener la pobreza en este grupo.
“La incidencia de la pobreza en niñas, niños y adolescentes hubiera sido de 47.4% sin los programas de protección social”, estiman.
Sin embargo, las transferencias monetarias no tuvieron impacto en las carencias sociales. En 2022, más infantes y adolescentes no tenían acceso a servicios de salud y seguridad social.
La proporción de pobreza se incrementa si las niñas, niños y adolescentes hablan una lengua indígena o tienen una discapacidad. Entre los primeros, la pobreza alcanza hasta al 82.3%, y en los segundos, al 54.6%.
El Coneval y Unicef estiman, además, que existe una mayor incidencia de pobreza en las entidades federativas de la región sureste (62.5%) y en las localidades rurales del país (56.3%).
Sin embargo, en 16 de las 32 entidades federativas más del 40% de infancias y adolescencias viven en situación de pobreza, en tanto que la pobreza extrema alcanza a más de 15% en seis estados.
Las entidades con altas proporciones de pobreza infantil y adolescente suelen ser aquellas donde también hay más pobreza extrema; por ejemplo, en Chiapas, 77.3% de niñas, niños y adolescentes se encuentran en condiciones de pobreza; en Guerrero, 68.8%, y en Oaxaca, 64.9%.
Por número de personas, el Estado de México acumula 2.6 millones de menores en pobreza, seguido de Chiapas, con 1.6 millones, y Veracruz, con 1.4 millones.
“La pobreza en la infancia y adolescencia es particularmente grave (...) pues esta puede causar daños físicos, cognitivos y emocionales cuyos efectos pueden perdurar hasta la edad adulta, mermando su bienestar y afectando el desarrollo de su potencial”, advierte el análisis.
Aunque la pobreza infantil y adolescente disminuyó, esta población se enfrenta a mayores carencias sociales que el resto de la población. Actualmente, 70.7% de la población infantil y adolescente reporta al menos una carencia social mientras que en la población adulta es el 63.7%.
Mientras las niñas y niños de 0 a 5 años tienen el mayor nivel de carencias sociales, sobre todo falta de acceso a seguridad social (59.3%) y a servicios de salud (45.9%), los adolescentes de 12 a 17 años registran un mayor porcentaje de rezago educativo (16.1%).
“La seguridad social es la principal carencia en la infancia y la adolescencia, lo que refleja la falta de acceso a dicho derecho por parte de los padres, madres o cuidadores; lo anterior puede deberse, entre otros factores, a las dificultades para la incorporación al mercado laboral formal cuando se tienen hijos e hijas menores de edad”, expone el documento.
