Relata que una vez que ingresan los migrantes por las puertas 40 o 42 son llevados a una estación migratoria del lado estadounidense que se asemeja a una cárcel, donde permanecen hacinados en cuartos con más de 200 personas, mientras esperan resolución de su solicitud de asilo o si son expulsados del país.
En este sitio, tienen que soportar frío por las noches y calores sofocantes por el día, así como raciones de comida que ellos califican como “muy mala” y que incluso les llega a hacer daño.
“Estamos prácticamente detenidos, nos tratan a uno como perro, nos ponen esposas como si fuera uno delincuente, no somos nada de eso” afirma.
Aunque en la línea fronteriza del lado mexicano no se observa un reforzamiento de personal de migración, en el aeropuerto Internacional Abraham González de Ciudad Juárez sí hay mayor presencia y retenes por parte de personal del Instituto Nacional de Migración.
Tras descender del avión, los pasajeros son conducidos por un pasillo que, conforme se acerca la salida, se hace más estrecho a fin de que los pasajeros queden uno a uno frente a un agente de migración.
Con tono fuerte, piden que cada pasajero porte una identificación, misma que es cotejada de manera manual por el uniformado, quien mira en repetidas ocasiones la credencial y el rostro de la persona que tiene enfrente para cotejar.
El agente de migración indica a qué parte del pasillo continuar; a la izquierda, significa que el pasajero puede dirigirse a la salida del aeropuerto.
Pero si el uniformado tiene alguna sospecha, sobre el documento, la nacionalidad de la persona o las intenciones de llegar a la ciudad, comienza un cuestionamiento.
“¿A dónde se dirige? ¿Con quien viene? ¿Que hará en Ciudad Juárez?”, cuestiona.
El agente de migración menciona la palabra "derecha" a fin de que otro agente que se encuentra del otro lado de la puerta –un hombre alto y robusto– señale el camino que conduce a una zona confinada, donde personas son nuevamente cuestionadas.
A pesar del reforzamiento de guardias en la frontera del lado estadounidense, en la parte mexicana pocas veces se puede observar a una autoridad y en raras ocasiones se aparece en la línea fronteriza una patrulla de la policía municipal de Ciudad Juárez, quienes sólo observan el movimiento de los migrantes y posteriormente se retiran.