Afirmó que la situación política, social y económica ha desencadenado que el fenómeno migratorio “se vuelva incontrolable” para los países involucrados.
Recordó que, de acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo, con 4.6 millones de personas desplazadas en toda América Latina y el Caribe, el éxodo de personas refugiadas y migrantes venezolanas representa el mayor desplazamiento de población en la historia moderna de la región.
Aseveró que, aunque México es históricamente un país migrante y hecho de migraciones, la situación actual “ha rebasado a gobiernos e instituciones” no sólo en las ciudades fronterizas, sino en otras como la capital del país, que se “ha convertido en un punto clave en las rutas migratorias”.
Señaló que los migrantes son blanco de abusos, extorsiones y discriminación, por ello llamó a “acoger, proteger, promover e integrar al migrante”.
La Iglesia también llamó a los ciudadanos a apoyar el sustento y funcionamiento de las casas para migrantes a través de donaciones a la Arquidiócesis de México, además de hacer conciencia y pensar que los migrantes “son personas con rostros y con historias: nadie quisiera cambiar una casa por una mochila”.