Sofía Mendoza, originaria de Maracaibo, Venezuela, señaló que en su país era peluquera pero no le alcanzaba para cubrir sus necesidades, ya que apenas una sola comida podía hacer. Por ello, decidió salir y migrar a Centroamérica y llegar hasta Tapachula.
“El sueño americano, casarme con un gringo y poder seguir adelante, todo lo que nos toque caminar, así nos toque caminar un mes para cumplir esos sueños que todos admiramos. Estábamos en Tapachula porque todos tuvimos tropiezos en el camino. (...) Nos quedamos sin dinero por las extorsiones”, compartió a EFE.
Otras de las historias es la de Julissa Aguilar, una joven migrante de Honduras, que empuja un carrito de un supermercado con un niño y lleno de ropa, maletas y la esperanza por haber emprendido este “viacrucis” migratorio que la llevará a la Ciudad de México con su esposo y sus familiares.
“En Tapachula no ayudan con nada, nos tienen detenidos, es como una jaula y no ayudan, se tardan mucho los papeles en salir y retrasan las citas y pura mentira todo, la meta es llegar a Estados Unidos, tengo que ayudar a mi madre y a mi hija”.
El escrutinio sobre el gobierno de México ha crecido desde el incendio del 27 de marzo en Ciudad Juárez, en la frontera con Estados Unidos, donde fallecieron 40 migrantes en una estación del Instituto Nacional de Migración (INM).
Según organizaciones civiles mexicanas, 2022 fue el año más trágico para los migrantes en México, pues unos 900 murieron en el intento de cruzar sin documentos desde México hacia Estados Unidos.