Hacinamiento, mala calidad de alimentos, falta de higiene, deficientes instalaciones sanitarias, incomunicación, falta de asesoría, maltrato y hasta tortura es parte de lo que enfrentan quienes son llevados a una estación migratoria.
“Hay incomunicación; la gente no puede comunicarse con su familia, no hay derecho a la información; la gente no sabe por cuánto tiempo va a estar ahí, qué procedimiento sigue, a dónde los van a enviar y eso causa demasiada incertidumbre. Además, se trata de la privación de la libertad por una falta administrativa, que no es delictiva”, agrega el director de Casa del Migrante de Saltillo.
En las estaciones migratorias temporales el hacinamiento es una constante. En espacios destinados a 60 personas albergan hasta 180. También el maltrato suele ser común.
“En Piedras Negras, los vecinos están muy preocupados por lo que sucede en la estación migratoria, pues nos han dicho que en las noches se oyen gritos, se oyen golpes”, agrega Alberto Xicoténcatl.
Lo que sucede en las estaciones migratorias no es nuevo. La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), organizaciones de la sociedad civil y activistas han alertado sobre las condiciones inhumanas que prevalecen en esos centros.
“Quitándole los eufemismos, son cárceles, se les pone otros nombres a las personas que están ahí se les da otra denominación, pero en realidad son cárceles. Naciones Unidas, ACNUR apuntan que la detención y privación de la libertad debería ser el último recurso para migrantes, sin embargo no es así”, sostiene Soler.
A pesar de la denuncia recurrente de lo que pasa en esas estaciones y de reconocer que lo sucedido en la estación migratoria de Chihuahua fue una tragedia, la noche del miércoles 29 de marzo, la secretaria de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez, consideró que la política migratoria de México es respetuosa de los derechos y considera el libre tránsito de las personas, por lo que “no tiene nada que ver con lo ocurrido en Ciudad Juárez”.