Millones de personas han salido a las calles y plazas de México en las últimas horas para recordar y celebrar a los muertos.
Las ofrendas con pan de muerto, bebidas típicas, arreglos florales, platillos, dulces, fotografías y objetos personales de los difuntos ilustran las principales ciudades y también los pueblos del país esta noche de martes 1 de noviembre.
Veladoras y música han sido llevadas hasta las tumbas de los panteones de las 32 entidades. Son miles y miles los que harán guardia junto al sitio en el que descansan sus seres queridos hasta el amanecer.
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El Día de Muertos es una de las celebraciones más queridas y representativas de los mexicanos.
La celebración está ligada a las ofrendas. Se cree que las ánimas visitan los altares en orden, dependiendo de quiénes son o cómo fallecieron.
De acuerdo con el Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal, en la época prehispánica el culto a la muerte era uno de los elementos básicos de la cultura. Cuando alguien moría era enterrado envuelto en un petate y sus familiares organizaban una fiesta con el fin de guiarlo en su recorrido al Mictlán.
De igual forma le colocaban comida que le agradaba en vida, con la creencia de que podría llegar a sentir hambre.
El Día de Muertos en la visión indígena implica el retorno transitorio de las ánimas de los difuntos, quienes regresan a casa, al mundo de los vivos, para convivir con los familiares y para nutrirse de la esencia del alimento que se les ofrece en los altares puestos en su honor.
En esta celebración, la muerte no representa una ausencia sino a una presencia viva; la tradición designa distintos días de celebración para cada tipo de difunto.