“Unos pensarán que no sirve de nada; sí sirve, en un momento determinado puede ser la diferencia entre vida y muerte. Tenemos que tomarlo con mucha responsabilidad y los ejercicios de simulacro tomarlos también de reflexión sobre qué es lo que hacemos nosotros y qué es lo que deberíamos hacer para estar aún más seguros”, detalla la funcionaria.
Urzua Vanegas explica que como parte del Plan de Emergencia Sísmica hay en la ciudad 5,000 funcionarios capacitados en distintas tareas para movilizarse al momento de un sismo en las 16 demarcaciones, además de 70 en coordinaciones territoriales para atender e informar a la población, más 849 cuadrantes donde hay personal distribuido para ayudar si requieren ir a un refugio temporal, instalar centros de acopio o alguna necesidad.
Otro factor fundamental ha sido contar con un Atlas de Riesgos público, para evitar errores como la reubicación de personas damnificadas por el sismo de 1985 del centro al oriente de la ciudad, como a Tláhuac, alcaldía que en 2017 se vio afectada por las grietas de la zona.
“El Atlas de Riesgo de la ciudad es un atlas de riesgo. Antes había un atlas de amenazas y peligros en el territorio que tú lo puedes encontrar en cualquier parte: dónde están las barrancas, dónde están las laderas más peligrosas. Un Atlas de Riesgo es cuando sumas las amenazas y peligros en el territorio más las vulnerabilidades económicas, sociales, ambientales, jurídicas, urbanas e institucionales.
“Eso nos ha permitido identificar cuáles son las laderas más peligrosas, donde puede haber deslaves, cuáles son los lugares de riesgo donde hay socavones, donde hay minas. Poco a poco hemos ido aumentando nuestra información y en este momento tenemos poco más de 1,700 capas de información pública a la cual puede acceder cualquier persona”, comenta.