Además, en octubre inicia la temporada de influenza. Es decir, el sistema sanitario tiene que estar listo en los próximos meses para atender casos de tres virus: el de la influenza, el SARS-CoV-2 y el de la viruela símica.
“Proporcionalmente es una cosa muy manejable. Pero por eso es muy importante que se diagnostiquen los casos, que los médicos los identifiquen a tiempo y que se vigilen correctamente para que no se compliquen y no tengan tanto dolor y puedan cursar con la enfermedad en su casa, aislados, sin contagiar a nadie más”, explicó Rodríguez.
“Sí es un virus que le puede dar a todo mundo, sí, sí lo es, pero principalmente y, de acuerdo con lo que se está describiendo el riesgo, está localizado en una comunidad específica, y hay que intensificar las labores de información, de prevención, de promoción de la salud en esas comunidades, para tratar de contener con intervenciones de salud pública la epidemia en esos grupos y, de cualquier manera, estar pendientes en el resto de la población. Estamos ante un problema que lo mejor es detenerlo”, dijo.
Ricardo Baruch, experto en salud pública de la UNAM, consideró que México se ha tardado en declarar emergencia sanitaria por esta enfermedad, mientras varios jóvenes desarrollan lesiones, pues hasta ahora la población con mayor riesgo de contagio son los hombres que tienen sexo con hombres.
Esto representa otro reto: es necesario atender a esta población sin discriminación, pero con medidas eficaces para prevenir más contagios. Hasta ahora, aseguró el especialista en su cuenta de Twitter, el subregistro de casos de viruela símica “es enorme porque mucha gente no quiere ir a los servicios de salud por temor a la discriminación”.
En otros casos, agregó, los profesionales de la salud no cuentan todavía con la información y capacitación necesarias para identificar la enfermedad y confunden el diagnóstico y tratamiento: prescriben medicamentos para herpes o sífilis.
El especialista Mauricio Rodríguez explicó que la declaración de una emergencia sanitaria depende del número de casos que se notifiquen, las defunciones y la velocidad de la propagación. Pero, sobre todo, permite subir el nivel de alerta en la población, en el gremio médico, en las autoridades sanitarias e implica algunos cambios administrativos y legales que permiten a las autoridades sanitarias acceder a recursos especiales para atender la epidemia. Por ejemplo, contar con dinero suficiente para acceder a tratamiento médico y a una posible vacuna.