A ello se suma que, debido a la pandemia de coronavirus, los trámites migratorios se han alentado, se han cerrado escuelas, se ha restringido la movilidad e incluso se han presentado dificultades económicas y laborales para los padres migrantes, quienes ven más complicado sostener a sus hijos.
En ocasiones, los niños han tenido que trabajar, y si a un migrante le pagan poco, a un niño le pagan menos.
“El pago de una jornada de trabajo pueden ser de 60 pesos para un migrante, en una dinámica de abuso de alguien que lo emplea; pero lo que está sucediendo es que a los adolescentes los explotan aún más, a veces el pago es una comida del día”, destacó.
Con las restricciones en las fronteras a causa de la pandemia de coronavirus, los migrantes tuvieron que buscar otras rutas para pasar, con lo que los riesgos incrementaron.
Para un niño, migrar puede ser una “experiencia traumatizante”, por lo que no se les debe separar de sus padres.
“Sabemos de historias de niños y niñas que estuvieron en soledad por días, sin comunicación, con la idea de ´protegerlos de adultos, pero hoy el Estado no tiene espacios”, detalló.
Por el coronavirus, los refugios también disminuyeron su capacidad de albergue, por lo que familias de migrantes han tenido complicaciones para encontrar dónde quedarse o han enfrentado hacinamiento, y en pandemia, es imposible respetar "la sana distancia".
Vidal recordó que migrar es un derecho humano por lo que el Estado mexicano debe garantizar que los niños que enfrentan esa necesidad, porque aclaró no es una opción, lo hagan en condiciones de seguridad.