¿Cuál es la verdad jurídica que cuenta el expediente del caso?
Si nos atenemos al expediente, uno lo que podría percibir es que el Estado vio en la marcha del 26 de julio una amenaza comunista, que con base en esa amenaza empezó a desplegar sus poderes y sus actividades, que crecientemente se sintió amenazado porque el movimiento social lo consideró parte del movimiento comunista y que, finalmente, tuvo que sancionar con delitos muy graves, como sedición, invitación a la rebelión, acopio de armas, destrucción del patrimonio nacional, a aquellas personas que desde su lógica estaban amenazando al Estado. Esta sería la narrativa estándar del Estado desde la lectura del expediente.
¿Cómo era el Estado mexicano que refleja el expediente sobre el 68?
En 1968, México estaba a punto de ser uno de los países importantes en virtud de la Olimpiada. La anterior había sido en Tokio, la siguiente iba a ser en Alemania. Estábamos en el “modelo estabilizador” en una situación perfecta, según el relato del Estado mexicano. Parecía un momento espectacular para el país. Entonces, la impresión que el Estado mexicano daba era de modernidad en la narrativa presidencial, pero el modelo mismo no tenía la capacidad de contender con las demandas sociales que estaban presentando diversos grupos. No sabía qué hacer con los comunistas, no supo qué hacer con ferrocarrileros, médicos, maestros. Entonces, esta idea de que era un Estado todopoderoso, que todo lo resolvía, no se puede dar.
Y lo segundo es que parecía un Estado que cumplía con el orden jurídico. Creo que cumplía bien con las formalidades, pero no tenía la capacidad, ni de investigación ni de procesamiento ni de resolución, para cubrir las capacidades jurídicas. Los distintos cuerpos de policía y de inteligencia del Ejército me parece que construyeron muy mal todos los elementos de la fase de investigación, los ministerios públicos construyeron muy mal sus averiguaciones previas y sus procesos, y al final de cuentas el juez también dictó una sentencia muy deficiente. Entonces, por el lado del expediente, se mostraban esas debilidades de un Estado que no tenía división de poderes ni pericias jurídicas, a pesar de que sentía que sí. Se demostraba que ni en lo político, social, económico ni jurídico tenía esa potencia con la que se reflejaba.