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José Ramón Cossío: “El 68 mostró fallas del sistema judicial que aún persisten”

El ministro en retiro, autor de un nuevo libro sobre el movimiento, dice que el expediente del caso muestra investigaciones y procesos mal llevados, problemas que todavía sufre el sistema de justicia.
vie 02 octubre 2020 05:45 AM

José Ramón Cossío sabe que en 52 años se han escrito decenas de libros sobre el movimiento estudiantil de 1968: investigaciones históricas y periodísticas, ensayos políticos e incluso novelas que se han centrado en distintos aspectos de lo que ocurrió antes, durante y después de las protestas sociales que fueron descalificadas por el gobierno federal de esa época, así como de la masacre del 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas.

Frente a ello, el ministro en retiro sostiene que un ámbito poco estudiado es el de qué hizo entonces el sistema de justicia, lo que lo motivó a revisar el principal expediente del caso: el 272/68, ubicado en el Juzgado Primero de Distrito del Distrito Federal en materia penal. A partir de él, Cossío desmenuza cómo actuaron las policías, cómo se armaron las averiguaciones previas y con base en qué se detuvo a personas que fueron acusadas de incitar manifestaciones que representaban “una amenaza para México” y que finalmente fueron reprimidas.

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El resultado de esa revisión es su libro Biografía judicial del 68 (editorial Debate), en el que Cossío concluye que las instituciones del Poder Judicial fueron usadas políticamente para señalar supuestos culpables y evidenciaron tener fallas que no fueron corregidas en los años posteriores. Más aún, algunas de esas deficiencias han perdurado durante más de cinco décadas, como las insuficientes capacidades en materia policial y pericial.

“No conozco a nadie que haya medido cuáles eran las incapacidades del Estado. Creo que nadie midió entonces los niveles de impunidad, pero lo que hoy tenemos como impunidad es aterrador. Entonces, si uno dijera ‘¿usted cree que ha mejorado la procuración de justicia?’, no, ¿por qué?, porque hoy los niveles de impunidad son altos”, dice Cossío.

No me parece que estemos en una situación de gran avance, y en los tiempos que estuve en la Suprema Corte, me tocó ver casos de procesos penales (...) donde tuvimos que liberar a las personas porque no se cumplieron los más mínimos estándares de debido proceso”.

Doctor en Derecho, investigador y ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) en el periodo 2003-2018, Cossío habla en entrevista acerca del expediente del 68 y de las lecciones que el movimiento estudiantil debió representar para el sistema de justicia mexicano.

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¿Cuál es la verdad jurídica que cuenta el expediente del caso?
Si nos atenemos al expediente, uno lo que podría percibir es que el Estado vio en la marcha del 26 de julio una amenaza comunista, que con base en esa amenaza empezó a desplegar sus poderes y sus actividades, que crecientemente se sintió amenazado porque el movimiento social lo consideró parte del movimiento comunista y que, finalmente, tuvo que sancionar con delitos muy graves, como sedición, invitación a la rebelión, acopio de armas, destrucción del patrimonio nacional, a aquellas personas que desde su lógica estaban amenazando al Estado. Esta sería la narrativa estándar del Estado desde la lectura del expediente.

¿Cómo era el Estado mexicano que refleja el expediente sobre el 68?
En 1968, México estaba a punto de ser uno de los países importantes en virtud de la Olimpiada. La anterior había sido en Tokio, la siguiente iba a ser en Alemania. Estábamos en el “modelo estabilizador” en una situación perfecta, según el relato del Estado mexicano. Parecía un momento espectacular para el país. Entonces, la impresión que el Estado mexicano daba era de modernidad en la narrativa presidencial, pero el modelo mismo no tenía la capacidad de contender con las demandas sociales que estaban presentando diversos grupos. No sabía qué hacer con los comunistas, no supo qué hacer con ferrocarrileros, médicos, maestros. Entonces, esta idea de que era un Estado todopoderoso, que todo lo resolvía, no se puede dar.

Y lo segundo es que parecía un Estado que cumplía con el orden jurídico. Creo que cumplía bien con las formalidades, pero no tenía la capacidad, ni de investigación ni de procesamiento ni de resolución, para cubrir las capacidades jurídicas. Los distintos cuerpos de policía y de inteligencia del Ejército me parece que construyeron muy mal todos los elementos de la fase de investigación, los ministerios públicos construyeron muy mal sus averiguaciones previas y sus procesos, y al final de cuentas el juez también dictó una sentencia muy deficiente. Entonces, por el lado del expediente, se mostraban esas debilidades de un Estado que no tenía división de poderes ni pericias jurídicas, a pesar de que sentía que sí. Se demostraba que ni en lo político, social, económico ni jurídico tenía esa potencia con la que se reflejaba.

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Señala un Estado sin capacidades policiales o periciales, pero a 52 años vemos que mucho de eso persiste. ¿Cuáles cree que son las principales fallas aún existen?
No conozco a nadie que haya medido cuáles eran las incapacidades del Estado. Creo que nadie midió entonces los niveles de impunidad, pero lo que hoy tenemos como impunidad es aterrador. Entonces, si uno dijera ‘¿usted cree que ha mejorado la procuración de justicia?’, no, ¿por qué?, porque hoy los niveles de impunidad son altos. Aun si se hubieran medido los niveles de impunidad, creo que hoy serían más graves que entonces, esa es mi percepción. Creo que antes, bien o mal, se cumplía con una serie de formas jurídicas con las que hoy no se cumple, había un mayor respeto si se quiere mitológico al Derecho, hoy creo que no. Entonces, no me parece que estemos en una situación de gran avance, y en los tiempos que estuve en la Suprema Corte, me tocó ver casos de procesos penales, como el de Inés y Valentina o el de Acteal, donde tuvimos que liberar a las personas porque no se cumplieron los más mínimos estándares de debido proceso.

¿El 68 representó una lección que debió haber puesto en marcha el aparato de justicia?
Que debió haber puesto en marcha, sí; que dejó, no. Después de eso no se hizo ninguna corrección. ¿Por qué? Porque el Poder Judicial federal siguió actuando igual, sus presupuestos siguieron siendo bajos, era un sistema muy endogámico de producción y contratación de capital humano. Creo que no hubo modificaciones importantes. Creo que la primera modificación se da hasta el 87, ya en el sexenio del presidente (Miguel) de la Madrid, pero en los casos de los sexenios de los presidentes (Luis) Echeverría y (José) López Portillo, hay casos muy graves, como el ‘Halconazo’, la ‘Guerra sucia’, casos muy tremendos, pero la justicia se seguía viendo de manera muy instrumental hacia el poder político.

A 52 años, ¿qué representa el 68 para México?
Es muchas cosas (…) Distintas generaciones vamos a tomar al 68 de distintas maneras. Creo que hay muchas lecturas y estos son elementos constitutivos de las realidades, de donde se siguen extrayendo lecciones, son relecturas o acomodos sobre los mismos materiales bajo narrativas distintas. Creo que este libro puede ser un significante nuevo respecto de la justicia mexicana: ¿qué de verdad ha cambiado entre lo que pasaba entonces y lo que pasa ahora?, ¿hay tantas diferencias?

Mucho se ha escrito sobre el 68. ¿En qué aspectos cree que hace falta profundizar?
Hace poco en una entrevista, (el periodista) Jacinto Rodríguez decía que los archivos militares no son muy conocidos. Creo que ahí hay un aspecto muy importante. También, y aquí ha avanzado algo (el académico) Sergio Aguayo, la relación con la CIA tampoco está del todo esclarecida. Creo que esos son dos elementos que nos siguen haciendo falta en la explicación del 68. Desde el punto de vista jurídico, están los expedientes que se abrieron por la procuraduría del entonces Distrito Federal, que tampoco se han analizado, y otro aspecto es que creo que no hay una novela total sobre el 68, un Palinuro de México (del escritor Fernando del Paso), estas novelas grandes, complejas. Hay novelas pequeñitas que tratan de analizar, pero creo que a la generación de ahora, 50 años después, nos siguen haciendo falta una o varias grandes novelas de este episodio del 68.

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